26/04/2024
07:07 AM

Atroz desigualdad

    Ha sido en India donde se comenzó, por primera vez, el uso de emergencia de la vacuna Corbevax, el fármaco que no solo inmuniza contra el covid-19, sino representa la esperanza de vida en un mundo que ha cedido a la más dura y atroz desigualdad en estos dos años de pandemia. Esa inequidad, que benefició a multinacionales y a países desarrollados, condenó a un mayor sufrimiento —por la falta de alivio oportuno— a las sociedades más empobrecidas. De ahí el reconocimiento a esta nueva vacuna: está disponible para que laboratorios de todo el planeta tengan acceso a su desarrollo, superando la barrera del precio que ha evitado que millones puedan inmunizarse contra el coronavirus y sus secuelas.

    Su lanzamiento y condiciones se aplaude en todos lados y nos enorgullece especialmente en este país, porque detrás de ese logro está la científica hondureña María Elena Bottazzi, la doctora que creó la vacuna junto a su homólogo estadounidense Peter Hotez y un equipo de la Escuela Baylor de Medicina, en Texas. Ellos no solo la desarrollaron, sino decidieron liberarla de patente para que pueda ser reproducida en miles de laboratorios, desafiando a las grandes farmacéuticas que han facturado miles de millones de dólares por sus inmunológicos. Esos son argumentos sólidos para que esta científica y su equipo figuren entre los nominados al Nobel de la Paz para el 2022.

    Bottazzi ha señalado que estas multinacionales —como Pfizer, BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Johnson & Johnson— efectivamente tienen que responder ante sus inversionistas, pero que “en el contexto de una emergencia global, obviamente hay que ser un poco más altruistas...”, y más si, como bien recordaba la científica, lograron hacer esta gran contribución de producir las vacunas contando con subsidios públicos de cientos de millones.

    Esta talentosa investigadora de 56 años —nacida en Italia y criada en Honduras— espera que, así como en India, la Corbevax pronto se aplique en Indonesia y en África, por dos razones: su proceso es el mismo usado durante décadas para la vacuna contra la hepatitis B y porque existe una infinidad de fabricantes capaces de elaborarla a un precio bajísimo. Para comenzar, ya está encaminada su producción en al menos tres empresas, lo que hace posible que se logre cerrar la brecha de inequidad este año.

    Bottazzi merece esa nominación al Nobel de la Paz por su contribución en la que se denomina como “la vacuna covid-19 del mundo” y por dar al planeta este gran ejemplo de altruismo, integridad y humanidad.