Es lo que hay y echar mano de la dialéctica barata, al borde la demagogia, no hará más que incrementar los problemas y proporcionar soluciones fantasmagóricas que seguirán conduciendo hacia la frustración. Ahora resulta que la posibilidad de la apertura de centros escolares no solo ni principalmente está condicionada a la vacunación de la población escolar y a la implementación de las medidas de bioseguridad. Todo ello en la agenda de la Secretaría de Educación.
Nunca falta un pero y ahora el resultado es que la educación está en ruinas, es decir, con los edificios, mobiliario y material educativo destruido. Aquello de la capacitación de docentes, de los avances en el mundo de la informática y proyectos de asistencia sanitaria han caído bajo las paredes de los edificios que, con prioridad, exigen solución, no discusión y muchos menos un submundo de contratos absorbentes de recursos, en infinitud de tiempo y atrapado en la burocracia. LA PRENSA en su edición del lunes mostró los inmuebles, los que calificó como ruinas con un 80% de escuelas con graves daños en su infraestructura, lo que imposibilita abrir el año escolar y proporcionar a los padres de familia la seguridad de que sus hijos no corren peligro. La redacción periodística y los documentos gráficos son evidencia de lo que hay y de la necesidad, para ayer, de reconstruir numerosos centros educativos.
El sector oficial ha recibido con beneplácito el respaldo del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) para el sector educativo, aunque, como todo lo de palacio va despacio, y no está muy claro cómo se desarrollarán los proyectos para la reconstrucción de centros educativos, fabricación de pupitres y mejoramiento de las áreas en las que los alumnos realizan actividades prácticas y recreativas. “No solo se trata de reconstrucción de escuelas, hay un componente para la formación docente”, ha dicho el titular de la Secretaría de Educación, lo cual ya anuncia un cauce muy conocido en la administración de recursos y su destino final. Lo urgente es reparar y en muchos casos reconstruir los edificios, arrasados por los fenómenos naturales, y proporcionar mobiliario. “Otra secretaría especializada en construcciones, nos va a ejecutar los proyectos”, completa el funcionario.
Es decir, lo urgente está en el “campo”, no en las tranquilas oficinas donde hasta el movimiento de papeles, solicitudes y otros cargos mantienen un ritmo burocrático, de sobra conocido.
Hay paredes, pero no techos; montón de pupitres destruidos y desolación en las aulas donde desaparecieron hasta la mesa del maestro y el clóset con material. No recreen a Cantinflas y sus alumnos bajo un árbol.