18/04/2024
05:22 PM

No puede esperar

    No es lo mismo verla venir que platicar con ella, señala la sabiduría popular, sumamente perspicaz en las tareas políticas donde, muy frecuentemente, el número de palabras y la proliferación del discurso superan o, desgraciadamente, suplantan los hechos. Cada cuatro años vivimos los hondureños esta realidad a la que todavía estamos fuertemente sujetos sin horizonte inmediato para un cambio, benéfico y sustentable.

    Ha terminado la novela, con conclusión conocida hace ya meses, en la municipalidad sampedrana. Vienen cuatro años por delante en los que el gobierno local “será para los sampedranos”.

    Lacónica y significativa expresión que necesita plasmarse en una agenda de visión inmediata, pero también con la vista puesta en los graves y profundos problemas que lastran el futuro con prosperidad, como exige la “capital industrial del país” o la ciudad de “mayor crecimiento en el istmo”. Eran otros tiempos.

    Con acercamiento, “el primer lunes de cada mes nuestro gobierno se va a desplazar a las zonas vulnerables”, anunció el alcalde Roberto Contreras. Será conocimiento directo de las necesidades y respuestas, condicionada eso sí, a la capacidad de los recursos municipales que no sobreabundan, pero que utilizados racionalmente dan de sí para ir tapando huecos y proporcionar frágiles y efímeras sonrisas.

    La agenda municipal de cuatro años tiene que ir mucho más allá. El saneamiento del ambiente tiene retraso de décadas y ha convertido en ríos y quebradas con abundante caudal de El Merendón, en cloacas a cielo abierto por no desarrollar medidas ambientales básicas como el tratamiento de las aguas servidas que, así como salen de las casas y los centros de producción, van a los cauces. ¡Vergüenza infinita! para una urbe en retroceso por décadas en el tema ambiental.

    Aunque el problema es sumamente complejo el nuevo gobierno local debiera adoptar como lema y ley, “ni un árbol menos”, al contrario, como hace décadas hay que hacer reverdecer la ciudad y todo el municipio.

    Vamos a contravía. Mientras en muchos países hay preferencia de la ciudadanía sobre los vehículos, nuestras autoridades siguen encementando, talando árboles y ocupando espacio para mejorar la viabilidad con altísimo costo social y urbanístico que pasará también a las generaciones venideras. La invasión en el centro urbano, gran mercado, demanda una respuesta que deje la demagogia y proporcione nuevos y modernos centros de venta cercanos a la población en barrios y colonias.

    Cuatro años será poco tiempo, pero se convertirá en eternidad si en vez de valentía y visión aplican remedios peores que la enfermedad.