27/03/2024
09:56 PM

Lección ejemplar

    Lo que vale, cuesta. Es el gran principio motivador para trazar, iniciar y llegar a la meta, fortalecer la voluntad con cada uno de los retos y ondear la bandera del triunfo gracias a la perseverancia que exige esfuerzos, pero cuyo fin es la satisfacción no solo del deber cumplido sino de “hacer lo que se tiene que hacer”. Esto es la síntesis de un admirable ejemplo en la actividad educativa durante la pandemia.

    A la vista, la lección ejemplar de la escuela Mercedes Calderón, en el municipio de Santa Cruz de Yojoa, donde el “querer es poder”, es más que evidencia de vocación y entrega de un grupo de docentes que no se dejó acorralar por la pandemia, sino que le hizo frente y con dedicación diaria no se interrumpió la labor educativa.

    Es cierto que es una escuela pequeña, con docentes “voluntarios” que reciben de la municipalidad, cuando la reciben, una pequeña suma que apenas les alcanza para un tiempo de comida. Su origen tiene la paternidad de un sacerdote que desde hace diez años es alma e inspiración de maestros y alumnos.

    Así cómo no, dirá más de uno. A lo que hay que añadir el reducido número de alumnos en comparación con aquellos centros educativos con masiva afluencia donde la protección de la salud de los pequeños era más que imposible ante el azote del covid. Pero el reconocimiento de este caso ejemplar no solo es de justicia, sino de estímulo para el mejoramiento de la labor educativa tanto en la revisión de programas como actualización de los docentes en las nuevas exigencias y herramientas.

    Ahora que se dispone de una valiosa experiencia es necesario asumir con responsabilidad el inmenso desafío del sistema educativo. La educación virtual buscó llenar un vacío, pero ni en la enseñanza ni en la formación social de los alumnos las expectativas cristalizaron.

    La utopía resultó un fiasco. Las deficiencias, incluso en el nivel superior, ocasionaron visible y doloroso retroceso en los alumnos. La inspiración de la escuela Mercedes Calderón ha calado y su voz ha llegado a la presidenta Xiomara Castro, así como al secretario de Educación de quienes se espera además de felicitaciones y alabanza, el respaldo y la solidaridad con decisiones y hechos beneficiosos para los alumnos y los maestros.

    No es película como la clásica de Cantinflas, El Profe. Los niños reciben clases en galera o bajo árboles, cada uno llevando su silla para sentarse o ayudarse en otra como pupitre para poder escribir. Las fotografías son documentos sin necesidad de añadir palabras, pues hablan por sí solas. A eso súmele que n o solo reciben 200 días de clase, el gran reto en la educación hondureña, sino que más de 300. Algo digno de alabar y aplaudir.