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12:02 AM

Nefasta familia

  • 13 febrero 2022 /

    En el asunto de la pandemia falta aún mucho por descubrir y hacer de manera que la euforia por la masiva vacunación y la consecuente inmunidad van dejando numerosos y amplios vacíos que muy diligentemente son ocupados. El inicio de alerta mundial estuvo marcado por el hallazgo, muy tardíamente, de un virus, del que después con gran fuerza explosiva escapó una variante con mayor fuerza expansiva y en estos últimos días ya hay otro “miembro de la familia”, la subvariante BA.2.

    Para la mayoría de los hondureños es desconocida, pero como sucedió con ómicron se mantendrán el secreto oficial para no alarmar, pero a la hora de la hora será tan evidente la nueva cara de la pandemia que será imposible ocultar. El temor aumentará y se multiplicará la demanda de pruebas, precisamente cuando se han cerrado la mayoría de los triajes.

    El alivio es que la subvariante, como la variante previa, resultará más leve, pero el examen saldrá positivo. Hasta hoy no se conoce su presencia en nuestro país, lo cual debiera ser el inicio de una gran ofensiva para concienciar sobre la responsabilidad personal y colectiva y prevenir con efectividad la llegada de otro pariente del covid.

    Y mientras tanto ha surgido el debate sobre el número de víctimas mortales a lo largo de estos casi dos años de la pandemia con una gran diferencia entre las cifras oficiales y los datos manejados por las funerarias. Nada extraño que la transparencia no alcance al sector público, pues va en ello un mayor deterioro no solo de su imagen, sino de la profesionalidad de funcionarios.

    Cada uno su responsabilidad, mucha de la cual recae sobre la conducta personal de los más inconscientes e irresponsables al no recibir la vacuna o no ejecutar las medidas de protección, aquellas calificadas desde el primer momento de bioseguridad con la que nos bombardean diariamente. Se ha bajado la guardia y continúan aumentando las filas en los centros donde se hacen las pruebas del covid.

    Todavía seguimos batallando con la variante y en la puerta se halla ya la subvariante, lo cual implica redoblar esfuerzo, usar trasparentemente los escasos recursos y emprender una campaña masiva en la población para acercarse a los centros de salud, ser fiel defensor cada uno de su propia salud y crear el sentido de responsabilidad en la familia, en los centros de trabajo y en los lugares donde haya aglomeración de personas.

    Alegría porque la indeseable primera visita, covid-19, estaba para salir, pero llegó el hijo, ómicron, y ahora ya se habla del nieto. Nos protegemos o seremos víctimas de una indeseable y nefasta cadena familiar...