23/04/2024
02:36 AM

Fin de año

    Escasas son las alegrías en la despedida del año, aunque como cada fin de ciclo anual hay renovadas esperanzas y deseos de un futuro mejor con la ruta de salida de la pandemia, aunque el fin se halle aún incierto y lejano. Necesitamos eliminar los muchos sinsabores de una larga jornada repleta de inquietudes. En el horizonte hay resplandor que no debemos dejar desaparecer, al contrario, ha de ser preludio de tiempos mejores para todos, de convivencia creadora y solidaridad desbordante.

    La celebración del fin de año es cauce de ilusiones que alimentan el optimismo pese a constantes fiascos que nos ubican en los límites de la supervivencia. La conducta cívica en las elecciones y el ejemplar desarrollo del escrutinio hasta la declaratoria oficial de los resultados es una muestra más que evidente de que cuando se quiere se puede, y es así como la mirada hacia 2022 es más que alentadora, prometedora de algo mejor que ojalá no se frustre por lo mismo de siempre.

    El diálogo proporcionará los espacios necesarios y la conciliación y convergencia para pasar de las palabras a los hechos, para alcanzar metas que sin el concurso de todos es más que imposible lograr. Necesitamos esa unidad en un ambiente respetado de diversidad para salir, de una vez por todas, de esas arenas movedizas que amenazan con hundirnos plenamente.

    El inicio del año es un buen momento como también lo puede ser el cambio en la administración de país con la plena consideración y respeto de los asuntos de Estado no siempre coincidente, pero sí con prevalencia, sobre las exigencias partidista, de manera que desaparezcan los remiendos cuatrienales y florezca la armonía de los intereses en el bien común.

    Es legítimo echar una mirada atrás que para algunos estará cargada de dolor y ausencia, para otros de nostalgia, pero para todos debiera ser de agradecimiento por el don de la vida.

    Además, los hechos proporcionan experiencia, fuente de sabiduría, en la que no está exento el tropiezo dos veces en la misma piedra; pero es aquí donde la inteligencia humana debe superar la tozudez y, sobre todo, el adulador y atrapante sentimiento de ser único, redentor, el mejor.

    Un año que viene y otro que se va es la canción popular. Que este nos haya dejado abundantes lecciones para generar y compartir optimismo en los próximos doce meses y el primero sea impulsor de espíritu y fuerza para rectificar los errores y fortalecer la convivencia en justicia, paz y libertad.