Múltiples retos y desafíos, unos de larga data y otros recientes, ponen a prueba nuestra capacidad de respuesta pronta y efectiva para hacerles frente con posibilidades de éxito. El primero y más urgente lo es alcanzar la reconciliación nacional, deponiendo odios, rencores, resentimientos recíprocos, intentando reunificarnos e iniciar una nueva etapa en nuestras relaciones sociales y políticas, sin olvidar el pretérito, pero encarando el presente y futuro de la nación con valentía, determinación, autoesfuerzos.
Ello requiere admitir yerros, desviaciones, manipulaciones, actos ilícitos perpetrados por todos los partidos políticos, tanto los hoy en la oposición como el actualmente en el poder. Nadie ha estado ni está exento de culpas que han incidido negativamente en nuestro pueblo, de múltiples maneras, condenándolo a la pobreza material de manera inexorable y acelerada.
Si alcanzamos la suficiente voluntad política para construir una nueva Honduras por todos compartida y al servicio de ella, ya no de intereses clasistas y de facción, habremos dado un paso significativo y trascendental para el abordaje de las enfermedades que cíclicamente nos afectan: dengue, covid, VIH-sida, tuberculosis, entre otras. La reinserción del creciente número de compatriotas deportados, que retornan con la esperanza de poder encontrar facilidades de crédito y oportunidades de empleo para su subsistencia personal y familiar.
Incrementar la producción y la productividad, dado que el monto de las remesas enviadas por los hondureños en el extranjero irán reduciéndose inexorablemente, lo que implica diseñar un plan de nación y un modelo distinto al actual, concertado por Gobierno, empresa privada y sociedad civil.
Educación pública de calidad, masiva y gratuita, indispensable para contar con recurso humano comprometido con el desarrollo humano y el crecimiento económico, con suficientes habilidades y destrezas para superar el subdesarrollo mental y material actual. La seguridad alimentaria que posibilite autoabastecernos y diversificando las exportaciones.
El cambio climático nos impacta tanto con inundaciones, sequías, erosión de las costas, alzas en el nivel del mar, incendios forestales. La conversión de energía sucia en limpia, no contaminante. La reducción y eliminación de la abrumadora pérdida diaria de empresas estatales no rentables: Enee, Hondutel, que hacen crecer el déficit entre ingresos y egresos, provocando un endeudamiento con la banca foránea y nacional que ha alcanzado límites inaceptables, más allá de nuestra capacidad real de amortización y pago eventual. Mientras no logremos alcanzar el requisito fundamental, continuaremos agobiados, más y más, de cargas que recaen sobre las espaldas de todos, de esta y las futuras generaciones. De nosotros y solamente de nosotros depende remontar o capitular al hoy, cada vez más incierto y ominoso.