Nuestros compatriotas respaldan la moderación y le dicen no el extremismo, sea este de derecha o izquierda. Apoyan la tolerancia, rechazando la actual polarización que pretende dividirnos y enfrentarnos recíprocamente, en confrontación de hermano contra hermano, tradición nefasta que debe ser descartada absolutamente.
Respaldan el pluralismo y centrismo, la vigencia efectiva de los derechos humanos, incluyendo el respeto a las disidencias, a la libertad de prensa y a disentir del oficialismo y su verdad única. Igualmente, favorecen el compromiso, equidistante entre derechismo e izquierdismo, las elecciones libres, pacíficas y transparentes en que el triunfador extiende la mano fraterna a los perdedores en las urnas, quienes acatan y respetan el veredicto popular, a sabiendas de que tendrán nueva oportunidad en la siguiente elección, si el incumbente no cumple a cabalidad con lo prometido.
El sistema de equilibrios y contrapesos entre los tres poderes del Estado, la honestidad y credibilidad pública y privada de quienes han sido favorecidos con el voto mayoritario, exento de manipulaciones, es otro punto de agenda al que otorgan su confianza. Anhelan posiciones y políticas a mitad del camino entre los dos polos opuestos.
Todo esto no implica respaldo al status quo ni al inmovilismo. Todo lo contrario: comprenden que solamente el realismo impide desembocar en sistemas políticos ultras, que la historia ha demostrado su fracaso de manera rotunda, tanto en nuestra América como en otros continentes.
Sí, rechazan y adversan la demagogia populista, la corrupción e impunidad, el nepotismo, la incapacidad administrativa para la ejecución de proyectos, la inseguridad y violencia cotidianas, el desempleo, el deterioro sanitario y educativo en el sector público, al igual que el revanchismo, la ortodoxia, las alianzas con el narcotráfico, cada vez más infiltrado en los distintos organismos estatales y en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Aquellos candidatos y candidatas que comprendan y hagan suyo el sentir y pensar de la ciudadanía cuentan con excelentes posibilidades de llegar a la anhelada meta, captando las esperanzas y expectativas de los hondureños, tanto los que viven dentro como fuera de las fronteras patrias. En sentido contrario, quienes se aferran al “dividir y vencerás” recibirán la sanción colectiva el 30 de noviembre, por mantener posiciones rígidas y nada realistas, reñidas con las realidades objetivas de la actual coyuntura política e ideológica, diametralmente antagónica con los totalitarismos.
Atrás debe quedar el odio, la mentira, la venganza para dar paso a la reunificación, la fraternidad, la paz.