Voz propia

En la vida adulta, con un sistema de valores ya formado, solo queda recordar la importancia que tienen y la necesidad de fortalecer los propios y valorar los de los demás.

  • 27 de julio de 2025 a las 00:00 -

Hay ruido por todas partes y, de manera especial, hay tendencias que creemos que debemos seguir para vernos “vigentes”, interesantes, para no desencajar y obtener aceptación. En muchos espacios hay que convivir con un escenario así.

Nos cuesta ver el mundo en el que nos movemos con ojos críticos porque el escenario para hacerlo es reducido.

Es más cómodo asumir, porque nos da la sensación de estar a tono con el momento y con aquellos que nos rodean.

En este mundo de cambios vertiginosos, algunos muy reales y otros que son parte de imaginario colectivo, descubrir la propia voz se convierte en un verdadero reto. Por eso encontramos personas que son como cajas de resonancia, que solamente repiten lo que está en tendencia.

Vivimos en medio de una constante apología del cambio, es decir, en un contexto que privilegia la capacidad de las personas por transformarse de acuerdo con las necesidades de su entorno.

Vale la pena detenerse y revisar en qué aspectos y hasta dónde es válido aceptarlo.

Esa apertura al cambio nos debe llevar al autoconocimiento, a reconocer que, si bien tenemos la oportunidad de aprender y adaptarnos a entornos desafiantes, hay aspectos en los que debemos apreciar la estabilidad; por ejemplo, en el sistema de valores de las personas y de las organizaciones.

Los valores, que son la brújula de la actuación, son más importantes que nunca para anticipar el comportamiento; en ellos se encuentra nuestra esencia, por eso es tan relevante mantenerlos a lo largo de la formación de los individuos, así como del desarrollo de las organizaciones.

La solidez de los valores, así como la congruencia entre lo que se dice ser y el hacer, acompañada de la consistencia a través del tiempo, es lo que nos permite definir en quién depositar la confianza y dónde debemos retirarla.

Es la fortaleza de los valores la que permite flexibilizarnos para adaptarnos al entorno, pero sin despersonalizarnos, sin perder la voz propia en medio de otras, algunas mucho más fuertes y no por ello más valiosas.

En la formación de niños y jóvenes es especialmente importante fortalecer los valores, para reconocer la mejor manera de transformarse, de evolucionar y no solamente de cambiar.

En la vida adulta, con un sistema de valores ya formado, solo queda recordar la importancia que tienen y la necesidad de fortalecer los propios y valorar los de los demás, por encima de la adaptabilidad a las tendencias, al entorno o a las conveniencias del momento.

Abrazar el cambio para hacer las adaptaciones necesarias, sin que eso signifique que sea una tarea casi imposible reconocer la propia esencia, sin que la voz propia se distorsione, ese es el verdadero desafío actual.

Comprenderlo y aplicarlo en momentos de crisis es imperante.

No nos perdamos en el intento.

las columnas de LP

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