Sentido de pertenencia

Esta valiosa oportunidad que nos marca el calendario debería invitarnos a valorar los rasgos de nuestra identidad para proyectarnos hacia el futuro.

  • 20 de julio de 2025 a las 00:00 -

Aunque es parte importante del desarrollo personal, del bienestar emocional y de la participación social, da la impresión de que en Honduras la labor por fortalecer el sentido de pertenencia de su ciudadanía es muy débil.

El mes de julio es el de la Hondureñidad, porque el día 14 está dedicado a esta celebración, por decreto legislativo no. 23, de 1969. La fecha no es una casualidad, sino que se relaciona con el inicio del conflicto armado entre Honduras y El Salvador, llamada la “guerra del fútbol” o la “guerra de las 100 horas”.

La celebración, que se extiende por todo el mes, se trata de un llamado a fortalecer aquello que nos identifica como nación, nuestra historia compartida, las expresiones culturales y, de manera especial, el fortalecimiento de una cultura de paz.

Esta valiosa oportunidad que nos marca el calendario debería invitarnos a valorar los rasgos de nuestra identidad para proyectarnos hacia el futuro.

En este mismo mes, el 20 de julio, celebramos el Día del Cacique Lempira, en honor al líder indígena que se enfrentó a los conquistadores españoles, una fecha que también debería trascender las aulas de las escuelas para invitarnos a valorar a nuestros pueblos indígenas.

Un mes para celebrar el sentido de pertenencia puede contribuir a fortalecer una cultura de paz y convivencia, tan indispensable para avanzar juntos hacia otros niveles de desarrollo.

El orgullo por ser parte de algo mucho más grande que nuestras diferencias particulares debería llevarnos a actuar por el bien común, ya que si de algo debemos estar seguros es que si el país sigue ampliando sus enormes desigualdades, si insistimos en reforzar el pensamiento de “ellos o nosotros” en lugar de “todos”, solamente veremos hacia el pasado, sin proyectarnos a futuro.

El llamado a fortalecer la hondureñidad inicia en casa, inculcando a nuestros hijos y comunidad cercana esa identidad de nación, hacernos la pregunta constante: ¿qué puedo hacer por mejorar lo que no me gusta? y proponiéndonos marcar la diferencia con lo poco o mucho que esté a nuestro alcance.

La hondureñidad debe reflejarse en comentarios y acciones que no desacrediten a nuestra nación, sino que nos lleven a conocer la herencia cultural de nuestros antepasados, los aciertos y desaciertos, para abrazar quienes somos.

Especialmente en el contexto actual de confrontación política y de una democracia débil y en riesgo, el fortalecimiento del ser hondureño y de la búsqueda de la paz deben ser parte de la conversación en los hogares, centros educativos y en todos los ambientes.

El aprecio por lo que nos identifica debería ser un momento para reconocer que la división de una nación y la confrontación permanente nos lleva a cualquier lado, menos a un escenario de paz y desarrollo.

Valoremos nuestra identidad y avancemos con esperanza hacia el futuro, las nuevas generaciones lo merecen.

las columnas de LP

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