Resucitar para morir

El escritor norteamericano Edgar Allan Poe expresaba en uno de sus más grandes relatos “El entierro prematuro”

  • Actualizado: 21 de abril de 2025 a las 00:00 -

El escritor norteamericano Edgar Allan Poe expresaba en uno de sus más grandes relatos “El entierro prematuro”, el terror que sentía por la posibilidad de ser enterrado vivo.

Este temor ha persistido en mucha gente por tantos casos que se han dado en el mundo, de personas que “revivieron para morir”.

Ello se atribuye a un trastorno nervioso repentino, llamado catalepsia, que se caracteriza por la inmovilidad y rigidez del cuerpo y la pérdida de la sensibilidad, que pueden durar hasta tres días.

Es decir que el individuo puede ser dado por muerto, tras una enfermedad o una cirugía, cuando en realidad, no lo estaba. Los casos de personas enterradas vivas se han dado en todo el mundo y por tanto, Honduras no ha sido la excepción.

El caso del exsoldado Isaac Ramírez Pérez conmocionó al municipio de La Unión, Copán, hace unos 25 años. El joven de 27 años fue declarado muerto en el hospital de Occidente tras realizarle una cirugía de vesícula.

Fue velado una noche entera y enterrado al día siguiente. Horas después despertó de un estado de catalepsia, según médicos locales, y se asfixió dentro de su tumba. “¡Sáquenme de aquí!, ¡Sáquenme de aquí!”.

Los gritos de ultratumba se oyeron una noche de octubre en el cementerio de Azacualpa, aldea de La Unión. “¡Noelia...mamá... vengan!”, gritaba una voz desesperada que salía del mausoleo recién sellado.

Faltaban pocos minutos para las doce de la noche. El cementerio permanecía iluminado apenas por la palidez de una luna redonda. La luz artificial más cercana estaba a unos treinta metros, en la posta de vigilancia de una compañía minera. Dos guardias que hacían turno allí, fueron los únicos testigos de la noche en que “el muerto revivió” porque escucharon sus gritos.

Pero cuando sus familiares llegaron a rescatarlo, se llevaron una terrorífica sorpresa: El cuerpo de Isaac lucía sudado, la camisa que escogió su madre para su viaje al ignoto estaba desabotonada y su pecho presentaba arañazos frescos. Entonces entendieron que había vuelto a morir por lo que le dieron allí una rápida velación antes dejarlo de nuevo en la oscuridad infinita. Durante el primer velatorio, algunos presentes aseguraban que el vidrio del ataúd estaba empañado, pero nadie prestó mayor atención. Quién iba a creer que “el muerto” estaba respirando dentro del catafalco.

Uno de los casos de catalepsia a nivel mundial es el de un hombre sudafricano de 60 años que en 2011 sufrió un ataque de asma y, su familia, convencida de que estaba muerto, llamó a una funeraria sin antes consultar a un médico.

Los trabajadores de la morgue le llevaron a la cámara frigorífica, pero 21 horas después el hombre se despertó rodeado de cadáveres, muerto de frío, y empezó a gritar. Dos empleados oyeron los alaridos y salieron despavoridos pensando que se trataba de un espanto.

Por suerte, regresaron acompañados del personal presente en la morgue y abrieron la nevera. El hombre estaba vivo y de inmediato llamaron a la ambulancia. Tras pasar seis horas en un hospital los médicos vieron que estaba en perfectas condiciones. Lo mandaron a casa sano y salvo, pero consciente del gélido infierno que había vivido.

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