Obsequio adelantado

Esa noche no pudo aguantarse y le dio el regalo a su esposo.

  • Actualizado: 20 de diciembre de 2025 a las 00:00 -

El autor Paul Aurandt cuenta que, en un pueblo de Illinois, la señora Terry Schafer, a pesar de ser todavía septiembre, deseaba comprar un regalo especial de Navidad para su esposo David, quien trabajaba como policía. Sin embargo, el precio le preocupaba, pues vivían únicamente con el salario de su marido.

Al entrar a una tienda, vio el objeto que buscaba y preguntó el precio: $130. La cifra confirmó sus temores; era demasiado para su presupuesto. Aun así, decidió intentar algo para poder obtenerlo. Le contó sus intenciones al vendedor y le explicó que podía pagar una parte en ese momento y completar el pago antes de Navidad. Solemnemente dio su palabra, prometiendo cumplir.

El comerciante, con experiencia para juzgar a las personas, sonrió. Al saber que el esposo de Terry era policía, decidió confiar en ella. Le pidió solo el primer pago, envolvió el regalo y le permitió llevárselo ese mismo día. Terry salió feliz, emocionada por poder entregar aquel obsequio tan deseado.

Esa noche no pudo aguantarse y le dio el regalo a su esposo. David abrió el presente y quedó encantado. Ninguno de los dos imaginó que pronto aquel obsequio marcaría la diferencia entre la vida y la muerte.

El primero de octubre, David patrullaba de noche cuando respondió a un reporte de robo en una farmacia. Al llegar, vio al sospechoso huir en su vehículo y decidió perseguirlo. Luego de que el auto del ladrón no pudiera avanzar más, David se acercó con cautela. De repente, el maleante abrió la puerta y disparó una pistola calibre .45 directamente al abdomen de David.

A la mañana siguiente, un oficial informó a Terry lo ocurrido. Le explicó que David había sido baleado, pero también le dio una sorprendente noticia: estaba vivo. La bala no lo había herido; solo le había dejado un fuerte moretón. Terry comprendió entonces que el regalo entregado antes de Navidad había salvado la vida de su esposo. La Navidad había llegado temprano ese año porque David tenía consigo el regalo de vida que su esposa no pudo esperar para darle: un nuevo chaleco a prueba de balas.

Por eso fue que vino Cristo, querido lector, para obsequiarnos el chaleco de la justicia y así protegernos con un escudo para que el pecado no penetre y destruya nuestras vidas.

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