Un nuevo episodio más de la serie “Elecciones Honduras”. Esta vez superó las ediciones previas. La de esta vez fue inédito, inefable.
El elenco incluyó muchos actores secundarios de todas las actividades del quehacer diario. Y por supuesto contó con actores de renombre que ya habían participado en entregas anteriores; pero nada nos había preparado para esta última.
El guionista tiene que ser alguien de un exquisito sentido de la intriga, con un alto conocimiento del comportamiento humano y sus reacciones con lo que sucede a su entorno. Anticipa el pensamiento del público y es capaz de sentir con anticipación sus emociones. Una mente maestra en la manipulación. El director definitivamente volcado a los intereses del guionista supo interpretar a cabalidad lo que este deseaba. Una ejecución brillante en tiempos y forma.
Los actores principales no lo vieron venir tan enfrascados que estaban en proteger su papel, denigrando a sus compañeros de elenco, y bailando, comiendo en mercados, abrazando gente pobre y haciendo clips vulgares sin sustancia.
Los actores de reparto más perdidos que los principales, les preocupaba más el Photoshop.
Y el resultado fue algo más de lo mismo, pero con un trasfondo peligroso.
Definitivamente hubo una mente maquiavélica detrás de este proyecto de la vida real. Esto no es azar o coincidencia. Alguien buscó crear caos para restarle credibilidad al proceso y causar un conflicto entre los candidatos para que no aceptaran un resultado adverso. ¿Con qué fin? Retrasar el proceso electoral y que no se celebraran las elecciones generales.
Pero el pueblo con mucha paciencia y determinación esperó, espero, esperó, hasta que se pudo. Ese fue un mensaje diáfano: basta ya de jugar con el país.
El pensamiento de Carlos Urbizo es acertadísimo. Hay que sanear los partidos políticos. Los movimientos en los partidos no pueden tener dueños que quitan y ponen a su antojo. Un ciudadano cualquiera debería poder proponerse como candidato a un cargo de elección popular sin tener que contar el visto bueno del patrón del movimiento. No debería existir el voto en plancha, que significa votar por personas que no conocemos.
Es imperativo reconstruir los partidos políticos. En ese lugar está el origen de todos los males. Allí es donde se cocinan pócimas venenosas.
Y si no ponen las barbas en remojo y se unen, la entrega de noviembre de la serie promete más drama, más emociones y, porque no, hasta sangre.