La IX Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe celebrada en Tegucigalpa tuvo un importante éxito. Asistieron varios mandatarios con un criterio muy unificado en la salvaguarda de los principios que impulsaron la fundación de esta organización trascendental para la unidad y el avance hacia la independencia y el desarrollo de América Latina y el Caribe en el actual contexto internacional y global.
Indudablemente fue destacada la presencia de los presidentes Claudia Sheinbaum, de México, y Luis Ignacio Lula da Silva, de Brasil, países considerados como las dos potencias económicas de la región, quienes aportaron sustanciales elementos a la discusión y ambos coincidieron en la importancia de la unidad latinoamericana frente a los embates de la actual situación mundial que exige la cohesión de la América Nuestra, como la llamó el dulce José Martí y que fue pergeñada por el pensamiento avanzado del libertador Simón Bolívar y otros próceres de la región como Francisco Morazán, José Cecilio del Valle y Rubén Darío, quien también señaló, en sus crónicas periodísticas, los peligros que enfrentaban nuestros pueblos si no adoptaban criterios comunes para emprender el camino hacia la libertad, la independencia y la soberanía. Los demás mandatarios presentes se sumaron unánimemente.
Los problemas trascendentales de América Latina y el Caribe hoy son la migración y los aranceles impuestos por la administración Trump. La migración como fenómeno generado por las políticas intervencionistas que convirtieron a nuestros países en proveedores de materias primas baratas y que vieron sus intentos de desarrollo obstaculizados por los intereses del gran capital que se impuso arbitrariamente en nuestras tierras y el inaudito sometimiento de algunos gobernantes a los intereses extranjeros y, últimamente, a los de las pandillas relacionadas con el narcotráfico. No deja de ser preocupante el trato estadounidense a los migrantes como si todos fuesen delincuentes y el tratamiento recibido por algunos al ser recluidos en Guantánamo, en contra de la opinión del Gobierno de Cuba, y en cárceles salvadoreñas, en condiciones indignas, sobre todo los migrantes venezolanos, sin antes haberse sometido a un juicio condenatorio.
Los aranceles como sanción son violatorios de los principios que rigen el comercio internacional mediante la OMC y los tratados internacionales bilaterales y multilaterales. La respuesta a esta decisión económica de Estados Unidos requiere un enfrentamiento, mediante el diálogo, por parte de los países de la Celac, pero con una respuesta en bloque que potencie la posición de los pueblos de luchar por el libre comercio.
La Celac ha recibido la actitud hostil de muchos gobiernos durante su existencia, sobre todo de regímenes que no han surgido de la voluntad popular y que ponen por encima de los intereses nacionales los del gran capital internacional.
Por eso, una de las preocupaciones esenciales de la Celac reside en las sanciones y los bloqueos que Estados Unidos ejerce sobre Cuba, Nicaragua y Venezuela, bloqueos considerados una inaceptable interferencia en los asuntos internos de esos Estados y en su libre autodeterminación. El bloqueo a Cuba ha provocado grandes sufrimientos y privaciones a su pueblo durante más de sesenta años. Este bloqueo, a pesar de la condena de la gran mayoría de los integrantes de la Asamblea General de la ONU, continúa como una obstinación contra un pequeño país que puja por su propio camino en paz y libertad, tal como establecen los principios en que se basa la legislación internacional.
La Declaración de la Cumbre no expresa con contundencia muchos asuntos preocupantes para la región, Razón por la que Nicaragua no la aprobara. Pero recoge los principios que deben unir y orientar la lucha nuestra en busca del propio camino hacia la independencia, la paz y el desarrollo. No hay en ese texto ninguna palabra u oración disonante con las aspiraciones de los pueblos, y no se justifica la renuencia argentina y paraguaya a respaldar la Declaración, posición explicada por el rumbo político que siguen estos regímenes, al margen de las aspiraciones de los demás gobiernos de la Celac y de los pueblos. Argentina, incluso, se negó a integrarse al BRICS, y no tardaránen lamentarlo.
El presidente Petro y Colombia serán los conductores durante un año. Esperamos que su gestión sea beneficiosa para el bienestar de América Latina y el Caribe. Su suerte será la nuestra.
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