Juan Orlando libre antes de GTA VI

En Honduras, la realidad volvió a superar a la ficción: mientras el país vota, un expresidente condenado reaparece y sacude el tablero político.

Dicen que en Honduras la realidad suele adelantarse a la ficción, pero esta vez la ficción perdió por goleada. GTA VI, ese videojuego mítico que millones llevamos esperando más de una década, saldrá hasta 2026... y, sin embargo, Juan Orlando Hernández salió antes. De ahí el título aquí, una broma amarga, un recordatorio de que, en la vida, cualquier cosa es posible, pero también una oda a la batalla cuesta arriba de la cual el expresidente Hernández ahora sale vencedor.

La noticia cayó sobre el país como un relámpago surrealista, digno de novela de Netflix: un expresidente condenado a 45 años en prisión por narcotráfico liberado por un indulto inesperado del presidente americano más tosco e impulsivo desde Andrew Jackson, reinsertándose en la vida de los hondureños el mismo fin de semana de la primera elección general del país desde su extradición al norte. Parecía un cuento del Aleph, donde todas las líneas temporales se mezclan en una sola y la justicia se vuelve laberinto.

Y yo, que soy un gran consumidor de las historias de grandes hombres (Bertrand Russel estaría muy orgulloso de mí), no pude evitar pensar en Napoleón. Sí, Napoleón Bonaparte - emperador, exiliado, fugitivo, héroe para unos, villano para otros. Tras perder su trono, lo enviaron a la isla de Elba. Allí, vigilado y derrotado, Napoleón hizo lo impensable, regresó. Escapó la isla de Elba, llegó a Francia, marchó hasta París y, en su trayecto, ocurre uno de los momentos más legendarios de la historia política. Un batallón del ejército real fue enviado a detenerlo. Napoleón avanzó solo, abrió su abrigo y dijo: “¡Soldados! Si alguno quiere matar a su emperador, aquí estoy”.

Nadie disparó. Los soldados se le unieron. Así empezó su breve resurrección, los Cien Días. ¿Podría Juan Orlando intentar algo así?

La comparación es absurda, lo sé. Napoleón tenía generales, ejércitos, una leyenda global. Juan Orlando tiene... abogados, redes sociales y un partido que no lo quiere tocar ni con un palo de 10 metros. Napoleón era el águila del Imperio; JOH todavía tiene a su hermano y aliados en una prisión federal. Y, sin embargo, la historia ama las repeticiones grotescas, las imitaciones involuntarias, las parodias involuntarias del poder.

Pensemos en las condiciones. Napoleón regresó porque Francia estaba fracturada; su ausencia no había resuelto nada. Cuando sus antiguos enemigos lo vieron no vieron un derrotado, más bien vieron una opción ante el caos. ¿Tiene Juan Orlando un ejército que lo reciba? ¿Una élite que lo extrañe? ¿Un país que quiera repetir los años oscuros de cleptocracia, militarización y narco-Estado?

A juzgar por la memoria colectiva, esa que en Honduras olvida tan rápido a pesar de la pobreza, la desesperanza y el cansancio desencadenado por sus elites políticas, la respuesta no parece nada clara. Pero la política hondureña es una ceiba vieja, a veces florece donde no debería, a veces se pudre donde parecía sólida, a veces revive troncos que creíamos muertos; por ende, no lo sé, pero así como va esta novela no me dejará de sorprender.

Si Juan Orlando sueña con un retorno napoleónico, si lo sueña, siquiera, debería recordar el final del emperador corso. El mundo cambió sin él; Honduras también. Pero nada cambio sin él; ¿ha cambiado algo en Honduras, o seguimos igual? Su partido no es un ejército fiel, sino una colección de caudillos heridos. Pero ya logró una vez que los militares, su partido y toda una OEA apoyaran su reelección, algo que hace 10 anos hubiese sido impensable. Tal vez sus alianzas no sean mariscales, pero sus operadores movían fichas mientras él dormía en una celda en Nueva York. Sus “cien días” serían, ¿serán? ¿Será posible?

Lo inquietante es esto - los imperios caen, pero las ansias de poder nunca mueren. Honduras, como toda nación que busca su dignidad, debe decidir si mira hacia adelante o hacia atrás, si sigue atrapada en los laberintos borgeanos del caudillismo o si abre las ventanas hacia otro tipo de futuro. Porque Napoleón volvió una vez. Y Honduras, si no está alerta, podría permitir que ese tweet del que tantos nos burlamos sea haga realidad #volvera. Porque su historia no ha terminado, y el hombre no tiene fama de ser un tipo que se le acobarda a los retos.

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