Encuestas: espejismos que también orientan

El dato ponderado que muestra a Salvador Nasralla a la cabeza abre un espacio de expectativa real: demuestra que existe una base amplia que respalda una alternativa distinta.

  • 29 de agosto de 2025 a las 23:00 -

En Honduras las encuestas electorales se han convertido en parte del paisaje político, no tanto como instrumentos científicos, sino como piezas de coyuntura que buscan influir en la percepción ciudadana.

La última recopilación de ocho encuestadoras es una muestra de ello: mientras unas firmas poseen cierto rigor técnico, otras son apenas ejercicios de opinión sin controles metodológicos claros. El promedio aritmético de todas ellas coloca a Salvador Nasralla en primer lugar con un 37.8%, seguido por el aspirante del PNH con 28.5% y la candidata de Libre con 21.1%. Es decir, en términos comparativos, la ventaja es de 9.3 puntos porcentuales, un dato que, de entrada, puede alimentar la esperanza de cambio, pero que exige cautela para no convertirse en un espejismo.

El problema es que en el debate público las encuestas suelen presentarse como verdades absolutas. Al final, quizá solo una o dos de las empresas mencionadas pueden considerarse encuestadoras profesionales; el resto son fotografías parciales, ejercicios que reflejan más la coyuntura del momento que una tendencia sólida. El riesgo es evidente: una ciudadanía marcada por la desconfianza hacia la política, golpeada por crisis económicas y sociales, termina expuesta a mensajes contradictorios que refuerzan la incertidumbre.

Sin embargo, aunque imperfectas, las encuestas cumplen un papel en la dinámica electoral. Funcionan como termómetros del ánimo social, ayudan a ubicar territorios de disputa y a afinar mensajes. No son la camisa completa, pero sí una manga que puede orientar la estrategia. Lo que no se puede permitir es que se conviertan en instrumentos de manipulación emocional en un país donde la cultura electoral todavía lucha por consolidar confianza en las instituciones.

El dato ponderado que muestra a Salvador Nasralla a la cabeza abre un espacio de expectativa real: demuestra que existe una base amplia que respalda una alternativa distinta. En un escenario de tantas dudas, la tarea no es cantar victoria antes de tiempo, sino transformar los números en confianza ciudadana y los gráficos en votos efectivos. Porque al final, lo que define el futuro no solo son las encuestas, sino la decisión consciente de la gente en las urnas.

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