Detestables

En nuestra ciudad, el Plan de Arbitrios vigente (art. 20) prohíbe instalar túmulos sin autorización previa del Departamento de Movilidad Urbana.

Proviene del latín y se remonta a las edades de Piedra, Bronce y Hierro. Tumulus, túmulo, elevación. La palabra original hacía referencia a montículos de tierra o piedras que se construyen sobre una tumba o sepultura. Son una forma primitiva de monumento funerario.

En nuestra ciudad abundan. En calles, avenidas y hasta en carreteras. Se volvieron una moda. Aquí utilizamos la palabra para referirnos a los temidos, malqueridos, insoportables, odiosos, detestables, reductores de velocidad.

Originalmente diseñados para mejorar la seguridad vial en áreas donde es necesario controlar la velocidad del tráfico, como las escuelas, iglesias y hospitales, hoy se colocan por doquier, al gusto del vecino. Los hay de todas formas, de cemento en distintas medidas de anchura, longitud y altura. De metal, de plástico, hasta lazos gruesos.

En nuestra ciudad, el Plan de Arbitrios vigente (art. 20) prohíbe instalar túmulos sin autorización previa del Departamento de Movilidad Urbana.

Es obligatorio señalizar adecuadamente cada reductor de velocidad y tienen la obligación de ubicar señales verticales y marcaje horizontal con franjas de pintura alternas, blancas y negras, o amarillas y negras, idealmente reflectivas para resaltarlo.

Pero aquí no. Cada quien pone su túmulo donde quiere y sin señalar. Al frente de casas de habitación, negocios varios, restaurantes, comederos, bares. Es la ley del monte.

No se ponen a pensar del daño grave que pueden causar en vehículos, especialmente en lo que a la dirección y suspensión se refiere. O en los accidentes de motociclistas que se percatan de ellos hasta que van volando por los aires al haber pasado por uno que no tenía ninguna marca, espacialmente si era de asfalto, y de noche. En otros países hacen autopistas. Aquí, túmulos.

La forma de conducir vehículos automotores tiene que ver con la educación de los que conducen.

Pero los mismos que aquí no respetan las señales de tránsito cuando van a USA conducen correctamente. Hacen altos completos, no hacen tercera fila de carros, no se cruzan semáforos en rojo, no conducen en contravía, como se está haciendo moda aquí. Allá son corteses, ceden el paso a los peatones, no suenan el claxon al nomás ponerse la luz verde del semáforo. Porque allá hay orden. Eso nos hace mucha falta aquí, aprender a vivir siguiendo normas.

Cada túmulo representa una forma burda de arte urbano sin ley. En su lugar deberíamos construir calles, no barreras; civilidad, no montículos de penitencia.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias