Después de la campaña electoral

Cuando escribo esta columna todavía el Consejo Nacional Electoral no se ha pronunciado oficialmente sobre quién va adelante en el conteo de los votos para elegir presidente, alcaldes y diputados

  • 02 de diciembre de 2025 a las 23:45 -

Cuando escribo esta columna todavía el Consejo Nacional Electoral no se ha pronunciado oficialmente sobre quién va adelante en el conteo de los votos para elegir presidente, alcaldes y diputados, por lo que aún no puedo hablar sobre quién será el virtual gobernante del país.

Sin embargo, independientemente de quien lleve la delantera cuando la columna se haya publicado, hay algunas reflexiones que pienso es necesario hacer en relación con la campaña electoral recién concluida.

Lo primero es que pasamos unos meses en los que, de nuevo, se repitieron frases y eslóganes muy parecidos a los de las campañas que me ha tocado vivir, desde comienzos de los ochenta: se ha prometido crear fuentes de trabajo, sin explicar cómo; se ha prometido distribuir mejor la riqueza, sin explicar una estrategia que lo haga posible; se ha prometido que “todo va a estar bien”, pero sin explicar para quién. Estas promesas de campaña no pasan de ser más que palabras bonitas y que hemos oído repetir cientos, miles de veces, y, luego, no las hemos visto vueltas realidades.

Pienso que los cerebros detrás de las campañas creen que los ciudadanos somos gente cándida a la que se puede entusiasmar con facilidad y que tenemos mala memoria. Y lo segundo es evidente: hay candidatos que lo único que tienen es “valor” para participar en el torneo electoral porque no tienen cualidades intelectuales suficientes y mucho menos morales.

Aun así, al abrigo de una bandera o de un partido pretenden continuar en un cargo que no se merecen y del que únicamente buscar medrar y continuar viviendo de los impuestos de la ciudadanía y de los préstamos que con tanta facilidad obtienen los Gobiernos.

Pronto comenzarán a retirar los afiches de calles y avenidas, cosa que todos esperamos, porque afean las ciudades y la contaminan visualmente.

Pronto algunos tendrán que hacer cuentas para ver si las inversiones hechas les han resultado redituables o si el negocio no salió como esperaban.

Muy probablemente, muchos “servidores públicos” en cuestión de semanas echarán de menos al chofer, las sirenas, la camioneta blindada y deberán abandonar al aire de superioridad del que han hecho gala.

A la ciudadanía le toca, hoy más que nunca, exigir más rendición de cuentas a aquellos a los que ha favorecido con el voto, y a nunca olvidar que los hemos elegido para que nos sirvan y no para que se conviertan en nuestros verdugos.

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