Cancelación del TPS y la precariedad financiera femenina

Mientras el debate se diluye en interpretaciones legales, identificación de causas sobre la cancelación, búsqueda de culpables, entre otros, las proyecciones no son alentadoras.

El 7 de julio 2025, Honduras recibe la noticia sobre la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS), entrando en vigor a partir de 60 días después de la publicación de la notificación en el Registro Federal. Dicha medida ha generado una serie de preocupaciones y debates desde diferentes sectores de la sociedad, y no es para menos, tomando en consideración la funcionalidad e incidencia que generó por más 26 años dicho mecanismo, donde más de 50,000 compatriotas se vieron beneficiados. Asimismo, es inevitable destacar el aporte que hacen más de 1,500,000 migrantes en Estados Unidos principalmente, a tal grado que son la primera fuente de generación de divisas en el país, contribuyendo en más del 26% al producto interno bruto. Y si se dimensiona a nivel de las unidades familiares el impacto es altamente significativo, tomando en cuenta datos del INE, 1 de cada 4 hogares recibe remesas familiares y al menos el 10% es su único ingreso.

La discusión sobre esta situación se ha centrado en posibles hipótesis del porqué de la cancelación del TPS y las opiniones son divididas, reflejando la polarización de la sociedad que impera en el país. Por un lado, se responsabiliza al abordaje que realizó el actual Gobierno en temas migratorios y diplomáticos, los cuales se consideran contienen aristas ideológicas que contradicen la lógica del sistema capitalista predominante en Estados Unidos; por otra parte, se argumenta que el ciclo del TPS llegó a su fin, y tal como lo afirma la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, el país ha logrado en más de dos décadas mejorar las condiciones económicas y sociales para recibir a nuestros compatriotas.

Sin embargo, hay que considerar que la cancelación del TPS no es un hecho migratorio aislado, es una expresión de las contradicciones del sistema global, el cual ha requerido de mano de obra barata y flexible y que mecanismos como el TPS les brindó la oportunidad de insertase a un mercado laboral que les generó la posibilidad de agenciar ingresos que jamás hubiesen logrado en nuestro país, ya que los problemas estructurales no han permitido crear oportunidades laborales dignas, siendo este uno de los factores que contribuyen a la migración; sin embargo, dicha cancelación es un proceso de desposesión, ya que despoja de derechos y estabilidad económica a los migrantes.

Mientras el debate se diluye en interpretaciones legales, identificación de causas sobre la cancelación, búsqueda de culpables, entre otros, las proyecciones no son alentadoras, sobre todo el impacto financiero que tendrá en las finanzas publicas del país, ya que se verán reducidos los ingresos por concepto de remesas, lo que pone de manifiesto la exposición directa de la economía doméstica hondureña a la inestabilidad global, sin mecanismos que amortigüen este tipo de choque exógeno.

No obstante, hay que evidenciar las implicaciones de la cancelación del TPS en las mujeres, y desde una perspectiva de género se vaticina un incremento en la economía del cuidado, entendida esta como el desarrollo de actividades en el hogar mayormente sin remuneración, pero indispensable para la vida humana. Este rol tradicionalmente arraigado al desempeño propio de la mujer se ve agudizado por cambios en el contexto, bien sea por crisis climáticas, de salud, y en este caso la cancelación del TPS también incidirá en el incremento de dicha carga. Hay que tomar en consideración que datos del BCH indican que el 38.6% de mujeres reciben remesas y también las administran, lo que las posiciona como el principal sustento de las familias.

La reducción de los ingresos significará para las mujeres pérdida de autonomía económica y debilitamiento en el empoderamiento económico. Al ser las receptoras mayoritarias de remesas, su interrupción las orillará a depender de otras ayudas, lo que las devuelve a una situación de dependencia y reduce la capacidad en la toma de decisiones. También hay que tomar en cuenta aquellas mujeres que retornarán al país y encontrarán un mercado laboral precario, al ver reducidos sus ingresos por remesas intensificarán sus labores de trabajo reproductivo y de sobrevivencia. Por lo tanto, estas mujeres podrían verse inmersas en desesperación económica, lo que las expone a mayores niveles de violencia y explotación.

La feminista Nancy Folbre evidencia cómo las políticas migratorias son diferenciadas y desproporcionadas para las mujeres, ya que descargan mayores costos para estas, tal es el caso de los ingresos que reciben mujeres y hombres migrantes, donde estos últimos ganan 54% más que las mujeres, contribuyendo a la desigualdad de ingresos.

En consecuencia, la cancelación del TPS no ha sido una solución para Honduras, sino un efecto de un sistema que genera precariedad. Es urgente que el Gobierno hondureño diseñe políticas migratorias que prioricen la decencia humana, que genere los espacios y garantías para la acogida digna de estos compatriotas. A su vez, debe incluir en el análisis la perspectiva de género, ya que el rol de la mujer en la economía es trascendental, y lo ha demostrado en la generación y administración de remesas familiares elemento básico para el sostenimiento de la economía de los hogares liderados por mujeres.

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