Antes de comenzar septiembre

Luego, vivir la virtud humana del respeto. En este caso, hablo de la obligación de reconocer la dignidad de las personas con las que se coexiste en el hogar.

  • 26 de agosto de 2025 a las 23:00 -

Antes de que comience el llamado mes de la patria pienso que vale la pena reflexionar sobre un par de virtudes humanas relacionadas directamente con la del patriotismo y que nos pueden ayudar a vivir mejor esos treinta días que vienen.

Primero, hay que recordar que la virtud del patriotismo se define como el amor de predilección que se profesa a la tierra en que se nació. En otras palabras, se es patriota cuando se actúa de tal manera que se evidencia un particular cariño por la aldea, el pueblo, la ciudad o el país en que se nace, y se ponen los medios para engrandecerlos. Claro está que este amor por la patria supera el aspecto puramente sentimental y nos lleva a trabajar por ella, a ser ciudadanos ejemplares, a contribuir a la construcción de un clima de convivencia en el que todos podamos desarrollar nuestras potencialidades.

Para ser patriota hace falta vivir la virtud de la responsabilidad. Un ciudadano responsable cumple con unas obligaciones básicas que parten del ejercicio del sufragio y se extienden al pago de los debidos impuestos, a ser un buen vecino del barrio o de la colonia en donde vive, a velar por el cuidado del medio ambiente, a no sentirse ajeno a nada que tenga que ver con la buena marcha de la comunidad local o nacional.

Luego, vivir la virtud humana del respeto. En este caso, hablo de la obligación de reconocer la dignidad de las personas con las que se coexiste en el hogar, en el trabajo y en la sociedad en general. Se trata de seguir unas reglas elementales de cortesía, de tolerar los distintos modos de ser de los demás, así como su singular visión del mundo. El respeto lubrica la convivencia y contribuye al logro de uno de los bienes sociales más valorados y apetecidos: la paz. De ahí, la necesidad de respetar las leyes, de velar por su escrupuloso cumplimiento y no buscar nunca hacerle trampas ni burlarlas.

El respeto, además, debe concretarse en lo menudo, en esos detalles que hacen la vida agradable, vivible: no tirar basura a la calle ni en sitios no destinados para ello; obedecer las señales de tránsito, no colarse en la fila y saber esperar turno, tratar con consideración a las personas revestidas de autoridad, ser puntuales para no hacer perder el tiempo a los demás, etc.

Por supuesto que hay cantar el Himno Nacional y rememorar las gestas de los próceres, pero no basta. Sin lo anterior, nos quedamos en la superficie, en puro lirismo, y eso poco ayuda al engrandecimiento de la patria.

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