Un hecho imperdonable sucedió en la ciudad de Paddock, provincia de KwaZulu-Natal en Sudáfica. Y es que una 'madre', si es que se le puede llamar así, enterró a su bebé vivo improvisando una fosa pequeña en el patio de una fábrica donde trabajaba. Luego colocó al recién nacido, lo cubrió de arena y madera y lo enterró.
El pequeño pudo sobrevivir gracias a que la madre no arrojó demasiada arena sobre él.
Se conoció que la madre tiene 25 años de edad y que cuando la policía la detuvo, confesó que había cometido tal atrocidad porque tenía miedo de que su familia no aceptara un segundo bebé en la casa, pues ya tenía uno de cuatro años.
El bebé recién nacido al que su propia madre había condenado a muerte, está vivo gracias a que la vida le da una segunda oportunidad.
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