Atlanta, Estados Unidos.
Un oso negro, un león africano y un tigre de bengala sufrieron juntos una vida de maltrato, pero se convirtieron en amigos inseparables tras ser rescatados.
El oso negro Baloo, el león Leo y el tigre Shere Khan fueron descubiertos en el sótano de una casa en Atlanta, Estados Unidos, durante una redada contra un traficante de drogas, divulga el sitio mexicano Azteca Noticias.
En ese momento eran cachorros indefensos que estaban muertos de hambre, tenían infecciones y estaban llenos de parásitos.
Noah's Ark Sanctuary
Así lucía el tigre Shere Khan. Foto: Faceook Noah's Ark Animal Sanctuary
Los 3 animales fueron llevados a un refugio animal llamado, Noah's Ark (Arca de Noé), donde fueron alimentados y cuidados.
A pesar de ser de diferentes especies y que en otras condiciones podrían ser feroces enemigos, el oso, el león y el tigre empezaron a comer, dormir, jugar y hasta acicalarse entre ellos, y se volvieron inseparables.
Para el oso Baloo quedaron atrás los días en los que fue operado para extirparle el collar que le había puesto su captor y que nunca le quitó a pesar de que el animal creció. El collar se le clavó en la piel y le causó dolorosas llagas.
Un oso negro, un león africano y un tigre de bengala sufrieron juntos una vida de maltrato, pero se convirtieron en amigos inseparables tras ser rescatados.
El oso negro Baloo, el león Leo y el tigre Shere Khan fueron descubiertos en el sótano de una casa en Atlanta, Estados Unidos, durante una redada contra un traficante de drogas, divulga el sitio mexicano Azteca Noticias.
En ese momento eran cachorros indefensos que estaban muertos de hambre, tenían infecciones y estaban llenos de parásitos.
Noah's Ark Sanctuary
Así lucía el tigre Shere Khan. Foto: Faceook Noah's Ark Animal Sanctuary
Los 3 animales fueron llevados a un refugio animal llamado, Noah's Ark (Arca de Noé), donde fueron alimentados y cuidados.
A pesar de ser de diferentes especies y que en otras condiciones podrían ser feroces enemigos, el oso, el león y el tigre empezaron a comer, dormir, jugar y hasta acicalarse entre ellos, y se volvieron inseparables.
Para el oso Baloo quedaron atrás los días en los que fue operado para extirparle el collar que le había puesto su captor y que nunca le quitó a pesar de que el animal creció. El collar se le clavó en la piel y le causó dolorosas llagas.
