Guatemala, el nuevo El Dorado de los carteles de la droga, elige este domingo un nuevo Presidente que, además de los desafíos de combate contra la pobreza y auxilio a víctimas de desastres naturales, deberá hacer frente al crimen organizado que ya controla vastas porciones del país.
Última frontera con México, antesala del gigantesco mercado estadounidense, Guatemala es núcleo de la llamada ruta centroamericana, por donde circula el 90% de la cocaína consumida en Estados Unidos, según datos de aquel país.
Guatemala parece impotente ante el volumen del negocio al que se enfrenta y que quintuplica con creces el presupuesto del Gobierno de unos 6,000 millones de dólares, reconoció el presidente socialdemócrata Álvaro Colom en una entrevista con la France-Presse el mes pasado.
“Es muy difícil calcular cuánta coca pasa por Guatemala, pero, por lo que dice la DEA (agencia antinarcóticos de EUA), las estimaciones nuestras y las incautaciones vendrían a ser 240,000 millones de quetzales”, unos 32,000 millones de dólares, dijo Colom.
El narco es parte central de la violencia que azota a Guatemala y que se traduce en casi 50 homicidios anuales por cada 100,000 habitantes, una de las mayores tasas del mundo.
Avances
“La lucha contra el narcotráfico ha sido frontal. En nuestros registros figura la captura de importantes capos requeridos por Estados Unidos, cuyos procesos de extradición se ventilan en los tribunales”, declaró Nery Morales, portavoz del Ministerio del Interior.
El vocero indica que este año fueron capturados más de cien narcos, muchos mexicanos. Pero todo el mundo sabe que son pequeñas victorias, ya que, sin colaboración internacional, lo único que se propicia son las fugas al país vecino, un fenómeno que en América Central se conoce como “efecto cucaracha”.
En las ciudades, los carteles tienen a disposición la mano de obra barata de las pandillas, peores en el campo, donde los narcos, con arsenales dignos de un ejército, muestran su mayor poder y llegan a tener zonas liberadas.
El selvático y poco poblado norte guatemalteco ha sido tomado por los carteles y al menos dos familias guatemaltecas, a las que se sumó el cartel mexicano de los Zetas, controlan esas zonas de fuerte población indígena, que hasta hace una década fueron escenario de una cruenta y larga guerra civil.
En el departamento de Petén, en mayo, el Gobierno decretó la suspensión de garantías constitucionales luego de que un comando narco ingresó en una finca un domingo por la mañana en busca del propietario del campo y asesinó a todos los trabajadores (27), excepto a uno para que contara lo ocurrido. Meses antes, en Alta Verapaz, también en el norte, el Gobierno había decretado el estado de sitio y enviado fuerzas especiales para tratar de recuperar el control de ese territorio.
Ambas zonas son muy bien conocidas por los dos principales candidatos en estas elecciones. El candidato derechista Manuel Baldizón, que orilla los 25 puntos en los sondeos, es oriundo de Petén y allí tiene todavía su domicilio. Baldizón es aún más parco y menos preciso que Pérez en su plan de lucha y se limita a proponer la “creación de una guardia nacional, en sustitución de la Policía Nacional Civil”, a la que considera infiltrada y corrompida. Pero reconoce que esa iniciativa -que aún no tiene cómo financiarse- debería ser aprobada previamente en consulta popular, es decir demoraría años.