La Casa Blanca, la tradicional residencia presidencial y sede del gobierno estadounidense, pasará por cambios importantes con la llegada del nuevo mandatario, Donald Trump, aunque no le añadan salones con techo y paredes doradas.
Franklin D. Roosevelt tenía su rincón favorito para la transmisión de sus mensajes a las familias estadounidenses entre 1933 y 1944; John Kennedy utilizó como pocos el entonces novedoso poder de la televisión, y Barack Obama encontró muy pocos problemas que él no podía resolver con un buen discurso.
Barack y Michelle Obama le imprimieron un toque muy personal a la Casa Blanca.
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Aún sus asistentes más próximos admiten que no saben anticipadamente cuándo el jefe soltará uno de sus torpedos de 140 caracteres.
De forma que a partir de la próxima semana estará dentro de la normalidad aguardar mensajes desde muy temprano en la mañana.
Melania Trump no parece inclinada a tener una presencia política como primera dama, al punto que ni siquiera promete una presencia permanente en la Casa Blanca.
Trump ya indicó que Melania y Barron, el hijo de ambos de 10 años, permanecerán en Nueva York por lo menos por el futuro inmediato por cuestiones escolares.
Pero con Ivanka Trump podríamos presencia una historia diferente. La empresaria de 35 años, así como su marido Jared Kushner, parecen destinados a tener presencia política en las oficinas de la Casa Blanca.
Ivanka ha sido una presencia casi constante junto a su padre, y Kushner ha sido formalmente nombrado 'asesor especial del presidente', de forma que trabajará junto al jefe de Gabinete, Reince Priebus, y el asesor de estrategia Stephen Bannon.
Ivanka Trump es la gran aliada de su padre, Donald Trump. Melania seguirá viviendo en Nueva York.
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El cuarto poder
Obama no mantiene una mala relación con la prensa y tolera su cambiante atención. Pero Trump tiene una relación de amor y odio con la prensa, a la que corteja con frecuencia pero también critica por considerar que tiene prejuicios contra él.
Las críticas de Trump a la prensa han sido adoptadas con entusiasmo por sus seguidores, para quienes los 'medios dominantes' son poco más que el brazo activo de la 'élite' progresista.
El equipo de Trump ha adelantado que difícilmente el tono del magnate con la prensa cambiará con él en el Salón Oval, y que en cualquier escenario de cambio nada será igual para la prensa. Sus asistentes incluso sugirieron que las conferencias de prensa diarias del portavoz podrían ser una cosa del pasado, y hasta que el cuerpo de periodistas podrá ser desalojado de las oficinas que ocupan actualmente.