En el corazón de la Amazonia ecuatoriana viven los indígenas Waorani. Pero, sin ellas, no conseguirían preserver la diversidad de sus territories ancestrales.
Desde 2010, la Asociación de Mujeres Waorani les entrega plantas de cacao para su cultivo a cambio de que los hombres dejaran la cacería.
El grupo compra sus cosechas a mayor precio que el mercado para venderlo en Quito, donde lo transforman en chocolate orgánico.
'Como dicen, estoy contenta, porque si no hubieran ayudado con cacao las asociaciones de mujeres, de dónde hubiéramos sacado, y cómo hubiéramos vivido, como antes, matando animales, iban perdiendo, no sabía la gente cómo vivir, después fueron cambiando cambiando', indicó Ligia Enomenga, productora de cacao.
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Diez comunidades indígenas se han unido a proyectos de este tipo para salvar la naturaleza de la que tanto dependen.
A los Waorani les saltaron las alarmas cuando se dieron cuenta de que cada vez era más difícil encontrar a sus presas.
'Había mucha cacería, como huanganas (pecaris), sahinos (jabalí amazónico), monos, maquisapa (mono araña), chorongo (mono lanudo gris), pavas, paujil (gallina salvaje), tucanes, así como venados…)”, señaló Moisés Enomenga, productor de cacao.
La experiencia está empoderando a las mujeres de la tribu, que son quienes proveen a sus familias.
“A veces eran tímidas cuando estaban los hombres allí, después estaban hablando, dijeron las mujeres no saben, pero las mujeres sabemos cuidar a los hijos, sabemos criar, entonces sí vamos a poder', djo Patricia Nenquihui, Asociación de Mujeres Waorani.
Quizás haya desaparecido la emoción de la cacería, pero el chocolate de los Waorani puede hacer una dulce diferencia en su ecosistema. Texto y video de AFP.