06/12/2025
01:02 PM

Occidente de Honduras, entre lo extremo y la religión

La Campa, Lempira, Honduras.

En Honduras, hasta ahora, no hay un canopy que desate desbordantes torrentes de adrenalina como el de La Campa, Lempira.

Colgado de un cable, un turista viaja a alta velocidad a una altura de 300 metros (contados desde el suelo) a lo largo de cuatro kilómetros entre las montañas que custodian este pueblo lenca.

El canopy (de seis tramos, y propiedad de la Municipalidad) es tan alto que desde la plaza central, donde se encuentra la Iglesia de San Matías, se ven los aventureros en el aire como si fueran muñequitos de plástico deslizándose a través de un cable casi invisible.

Foto: La Prensa

El centro de La Campa y sus pequeñas tiendas de alfarería lenca atraen los turistas.
Los niños que llegan al pueblo con sus padres no pueden realizar la actividad, sin embargo, disfrutan la visita cuando escuchan los gritos despavoridos de algunos turistas que se lanzan a la aventura. “El canopy es usado por turistas extranjeros y nacionales. Los niños no lo pueden usar, pero sí pueden ver desde el centro del pueblo y reír cuando ven a las personas que se lanzan”, dice el guía Obed Alexander García.

Para experimentar la aventura de este deporte extremo, los hondureños pagan L500 y los extranjeros L700.

La Campa es un pequeño pueblo que, además, ofrece un ambiente sin ruido, una iglesia colonial (siglo XVIII) y el Centro de Interpretación de Alfarería Lenca.

Foto: La Prensa

La fortaleza de San Cristóbal, en Gracias.
Como el pueblo es tan pequeño, los turistas tienen la opción de adentrarse más en Lempira. De allí pueden viajar durante media hora hasta San Manuel de Colohete, otro municipio con una iglesia colonial (siglo XVIII) de arquitectura barroca.

José Ovidio Mejía, miembro del Consejo Comunitario de San Manuel, cree que este municipio “no ha sido visitado por muchos hondureños”.

“La iglesia tiene pinturas antiguas intactas. Quedaron pocas piezas porque se han metido a robar cuatro veces”, dice. En San Manuel, según Mejía, la gente “puede comer algo que no hay en otros lugares: el milin, que es masa molida que se cuece con hojas de huerta (plátano)”.

Quienes visitan estos dos municipios regresan por la tarde a Gracias, la cabecera departamental, donde hay más hoteles y restaurantes.

Foto: La Prensa

Desde febrero de 2012, La Campa, Lempira, tiene un imponente “canopy”.
Durante la Semana Santa, la Iglesia La Merced y la Iglesia San Marcos (Siglo XVI) celebran actividades religiosas dentro del templo y en las calles, como las procesiones.

A media cuadra de la La Merced se halla el edificio donde funcionó (en 1544) la Real Audiencia de los Confines, el primer tribunal de justicia de Centroamérica.

En la parte más alta de Gracias se muestra imponente la Fortaleza de San Cristóbal, un fuerte edificado en 1850 por el presidente José María Medina (1826-1878) en memoria del exgobernante Juan Lindo (1790-1857). También se puede disfrutar de la delicia de sus aguas termales.

Foto: La Prensa

Las aguas termales de Gracias, Lempira, es otro de los atractivos de la región occidental.
En el recinto de esta fortaleza, los visitantes pueden observar una tumba que guarda los restos mortales de Lindo, en cuya lápida se lee: “Puedes ser un gobernante odiado de tu tiempo, pero si quieres que te favorezca el voto de las generaciones venideras, abre escuelas”.

En el vecino Copán, la comunidad católica se convierte en protagonista durante toda la Semana Santa. En Santa Rosa de Copán, principalmente, la Iglesia desarrolla multitudinarias procesiones, como el Viacrucis y el Santo Entierro el viernes. La Sultana de Occidente también ofrece una rica variedad de alimentos tradicionales bañados en miel.

Occidente es un destino pintoresco y repleto de tradiciones.