Tegucigalpa, Honduras.
Este lunes, el mundo católico ha amanecido de luto tras el fallecimiento del papa Francisco, un hecho que ha tocado profundamente también a la Iglesia en Honduras.
Jorge Mario Bergoglio murió a las 7:35 de la mañana, hora de Roma, en su residencia de la Casa Santa Marta, según confirmó oficialmente el Vaticano.
Desde Tegucigalpa, la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH) expresó su pesar ante la noticia que ha conmovido al mundo. El portavoz del organismo, padre Juan Ángel López, declaró que se sienten “golpeados y consternados”, pero agradecidos por el legado que deja el pontífice argentino.
“Durante trece años guio la Iglesia con fidelidad. Fue un discípulo entregado y un pastor que sembró muchas semillas de fe, de las cuales esperamos frutos duraderos para el bien de toda la Iglesia”, expresó López con emoción.
Recordó además una conversación reciente con el arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, en la que ambos notaron el visible deterioro físico del Papa durante la misa del Domingo de Resurrección. “Se le veía muy cansado, haciendo un gran esfuerzo. Y aún así, quiso impartir su última bendición urbi et orbi”, relató.
Francisco había sido hospitalizado el pasado 14 de febrero por una neumonía bilateral que afectó gravemente su sistema respiratorio. Tras 38 días en el hospital Gemelli de Roma, fue dado de alta el 23 de marzo, apenas a tiempo para presidir la misa de Pascua. “Él quería estar con la gente, lo intentó hasta el final”, señaló el portavoz de la CEH. “Era terco en eso, como un buen pastor que no abandona a su rebaño”.
Francisco no solo pasará a la historia como el primer Papa latinoamericano, sino también por su estilo pastoral cercano, reformador y austero. Elegido en marzo de 2013, su llegada marcó un cambio significativo en el liderazgo eclesial tras la renuncia de Benedicto XVI, de quien fue sucesor directo.
Con su muerte, se convierte en el segundo pontífice en fallecer en menos de cinco años, luego de que Benedicto XVI muriera el 31 de diciembre de 2022.
Francisco también dejó instrucciones claras sobre su funeral y entierro. No será sepultado en las Grutas Vaticanas como lo dicta la tradición, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, uno de los lugares que más visitó durante su pontificado. En su autobiografía Esperanza, lo dejó claro: “Cuando fallezca, no me enterrarán en San Pedro, sino en Santa María la Mayor: el Vaticano es la casa de mi último servicio, no la eternidad”.
