19/04/2024
11:06 AM

Imperio del narco: La finca de los Cachiros que podría desatar “una guerra”

En Colón, el rastro de los Cachiros se extiende a través de las que fueron sus lujosas propiedades y terrenos productivos.

Tocoa, Colón.

Cuando estaban libres en Honduras, los hermanos Devis Leonel y Javier Rivera Maradiaga eran amos y señores del Bajo Aguán, una productiva región agrícola que se convirtió en enclave del “imperio del narcotráfico” durante las últimas dos décadas, entre Colón y Yoro.

Con sumo rigor, los hermanos fundaron y lideraron el cartel Los Cachiros, el más lucrativo, según Estados Unidos, en el país, incluso por delante del cartel Valle Valle, en el otro extremo de Honduras, en el occidente. Ahora, sus nombres en el Bajo Aguán son relacionados con sus consideradas “gestas” producto del imperio que crearon a partir del tráfico de drogas.

En la finca Cuacu hay límites custodiados por hombres armados para impedir el paso.

Hacían temblar sobre todo a sus rivales en el lucrativo negocio del transporte de droga por el considerado como uno de los países más peligrosos del planeta.

La huella de Los Cachiros por el Bajo Aguán, el valle que lleva por nombre el mismo del río que lo surca, es aún notoria y continúa atizando conflictos por las cuantiosas parcelas que el Estado de Honduras recuperó, pero que a la vez fueron abrazadas por grupos armados y campesinos.

IMPERIO

En Honduras, las autoridades estiman que los bienes de los Cachiros ascienden a los 1,000 millones de dólares estadounidenses.

Ahora esas tierras, incautadas por el Estado, están divididas: en una parte habitan campesinos y en la otra un grupo de hombres armados de supuestos arrendadores que también pelean los territorios.

Finca Cuacu, el “botín de oro”

En la finca Cuacu, una extensión de más de 500 hectáreas de palma africana ubicada en el Aguán, los hermanos Javier y Devis Leonel Rivera Maradiaga cultivaban y tenían una casa con lujos donde departían con sus amigos.

Los grupos de campesinos que por años vieron el derroche en fiestas, lujos en casas y en vehículos de los Cachiros, acusados en Estados Unidos por delitos de tráfico de drogas, ahora afirman que pelearán por el derecho a tener sus tierras para cultivar en la zonas del Aguán.

UBICACIÓN

La finca de palma africana Cuacu está ubicada cerca de la carretera CA-13 y tiene acceso para zonas cercanas a Francia y Limón, pero por el conflicto armado esas calles están bloqueadas por grupos armados y no se puede pasar.

Relataron a la Unidad de Investigación de LA PRENSA Premium que solo han sido trabajadores sin beneficios más que los bajos salarios que les pagaban por el mantenimiento de las fincas y la extracción de la fruta de la palma o el cuidado de ganado.

Los campesinos dicen que no están dispuestos a ceder.

Desde el 23 de enero, el grupo de campesinos La Auxiliadora, aglutinados en la Plataforma Agraria en el Bajo Aguán, se tomaron la finca Cuacu e instalaron pequeñas covachas hechas de palos y plástico donde permanecen con sus familias. Los campesinos se fueron a vivir a esa finca con sus familias, no tienen servicio de agua ni electricidad, pero afirman que lucharán y aguantarán las inclemencias del clima para lograr que las tierras queden en sus manos para seguirlas cultivando.

Cuando llegaron a la finca, según relataron a este equipo, estaban con maleza y ellos comenzaron a darles mantenimiento y a sacar un poco de fruta de la parte donde se instalaron, pero con ese tipo de plantación no logran sobrevivir, por lo que tienen que buscar cultivar maíz en otras zonas o buscar otras formas de subsistir mientras termina el conflicto.

Ahora este grupo campesino y otros de al menos cinco fincas que pertenecían a los Cachiros tienen la esperanza de poder obtener una parcela de tierra, pues el diputado Jari Dixon presentó una moción para la aprobación de un decreto que autorice traspasar las tierras incautadas con sentencia firme al Instituto Nacional Agrario (INA), que se encargaría de hacer la asignación a los grupos.

Pero los campesinos apostados en Cuacu no la han tenido fácil, pues la Oficina Administradora de Bienes Incautados (Oabi), según dirigentes de la plataforma agraria, supuestamente dio esas tierras en arriendo al exdiputado Óscar Nájera, quien tiene personal de seguridad cuidándolas.

En la finca Cuacu hay límites custodiados por hombres armados para impedir el paso.

Ese es el caso de la finca Cuacu, donde los campesinos solo pueden estar en los alrededores de unas 200 hectáreas, pues las restantes 450 hectáreas están en poder de un grupo de hombres armados con escopetas que han marcado una frontera para que nadie pase.

Los obreros se han apostado por una de las entradas principales que lleva a la carretera CA 13 recorriendo al menos unos 40 minutos por el Aguán.