Una indagación realizada por la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en Honduras reveló hoy que reclusos relacionados con las pandillas en cárceles del país han sido sometidos a palizas y otros maltratos por parte de la Policía Militar.
Esto ocurrió después de que el Gobierno transfiriera el control del sistema penitenciario a la policía militar el pasado junio, según la investigación.
“Los reclusos también han sido privados del sueño y se han recortado sus raciones de alimentos y agua, lo que puede equivaler a malos tratos”, dijo en una conferencia de prensa la portavoz del organismo, Marta Hurtado.
A continuación, instó al Gobierno a garantizar una supervisión interna y externa de las operaciones militares en las prisiones para prevenir violaciones de los derechos humanos.
“Las denuncias de uso excesivo e innecesario de la fuerza deben ser investigadas con prontitud”, recalcó Hurtado.
La Oficina de Derechos Humanos de la ONU defendió que las cárceles deben estar bajo control civil y que todo lo que se haga para preservar su seguridad debe basarse en los estándares internacionales de derechos humanos.
El organismo reconoció que urge dar solución a los altos niveles de violencia en el país en general y dentro de las prisiones, en particular, pero alertó de que algunas de las medidas que se han tomado pueden dar lugar a abusos.
El Ejecutivo hondureño extendió esta semana por 45 días el estado de emergencia, decretado inicialmente el pasado diciembre, para luchar contra la extorsión y el crimen organizado, pero la ONU recordó que este tipo de medidas deben realizarse de forma excepcional y durante un tiempo limitado.
El estado de emergencia en Honduras permite que la policía militar apoye a la nacional en tareas de orden público y deroga los derechos individuales a la libertad, de reunión, de asociación y movimiento, al tiempo que permite los arrestos y los allanamientos sin orden judicial.
Las autoridades anunciaron la transferencia del control de las prisiones a la policía militar en el contexto de reyertas en una cárcel de mujeres, donde 46 reclusas murieron en enfrentamientos entre miembros de bandas rivales.