“La primera incubadora de corales bebé en Honduras” fue inaugurada oficialmente en Islas de la Bahía.
¿Y qué significa esto?, pues que Honduras ya tiene un lugar para cuidar y criar corales en sus primeras etapas de vida, bajo condiciones controladas (o sea, no en el mar sino en un lugar controlado, como tanques y acuarios especiales), para después devolverlos al mar y ayudar a restaurar los arrecifes.
El Roatán Marine Park (RMP), en colaboración con la prestigiosa Academia de Ciencias de California y con el financiamiento de la Plataforma Aceleradora de Investigación y Desarrollo de Corales del G20 (Cordap), celebró un hito importante en la conservación marina del país: la inauguración de la primera instalación ex situ de crianza de larvas de coral en Honduras.
Este es un paso enorme porque permite producir millones de corales bebés en condiciones seguras, darles mejores oportunidades de sobrevivir y luego sembrarlos de nuevo en los arrecifes dañados para ayudarlos a recuperarse.

Esto es como tener una guardería de corales, pero hecha por científicos, para darle una segunda vida a nuestros arrecifes y proteger toda la biodiversidad que depende de ellos.
Un coral es un animal marino diminuto, parecido a una pequeña anémona, que vive unido a millones de otros corales formando grandes colonias.
Con el tiempo, esos corales construyen estructuras duras de carbonato de calcio: eso es lo que forma los arrecifes de coral que vemos bajo el mar.
Aunque parecen rocas o plantas, en realidad son animales vivos trabajando juntos como una gran ciudad submarina.

¿Cómo se hace?
La reproducción coralina se hace de dos maneras: fragmentando corales sanos para cultivarlos y devolverlos al mar, o recolectando óvulos y esperma durante las noches de desove para criar larvas bajo cuidado humano.
Con esa idea clara, Honduras marcó un antes y un después en la conservación de su tesoro submarino.
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cazadores
de pez león han sido entrenados y certificados por el Roatán Marine Park. Este pez se caza porque no tiene depredadores, se alimenta de peces y camarones nativos y desequilibra el arrecife al reducir especies que limpian los corales.
El primer laboratorio de cría de larvas de coral del país empezó a gestarse en 2021 y abrió oficialmente sus puertas el pasado 18 de junio de 2025 y ya es un símbolo de esperanza para quienes luchan por rescatar el arrecife mesoamericano, la joya que abraza las Islas de la Bahía.
Este laboratorio no es cualquier tanque con agua salada. Ahí los científicos experimentan con métodos únicos: alimentan a las larvas con aminoácidos para que crezcan fuertes, les inyectan simbiontes (esas algas diminutas que les dan energía), ajustan la química del agua para que su esqueleto se forme bien y hasta las entrenan para resistir altas temperaturas, una estrategia clave ante el cambio climático.

La instalación fue concebida como un centro científico de reproducción sexual asistida de corales, permitiendo mejorar la diversidad genética de las poblaciones coralinas y estudiar su adaptación al cambio climático.
Este trabajo cobró especial relevancia ante el incremento de las amenazas a los arrecifes de coral.
Las temperaturas oceánicas globales han aumentado en un promedio de 0.14°F (0.08°C) por década desde 1901, y estudios recientes indican que entre el 70 y 90% de los arrecifes podrían desaparecer para 2050 debido al calentamiento, la acidificación y otros factores de estrés ambiental.
La ceremonia de inauguración se llevó a cabo el miércoles 18 de junio de 2025 y marcó un momento histórico para la restauración de arrecifes en Centroamérica.
La innovadora instalación, de última generación y en desarrollo desde 2021, implicó una inversión significativa en conservación marina y reflejó el compromiso de Honduras con la protección de sus ecosistemas marinos.

El laboratorio fue equipado con una infraestructura sofisticada que permitirá a los científicos criar corales bebé en condiciones controladas, consistentes y observables.
Estableciendo nuevos estándares para la conservación marina en la región, la instalación abrió nuevas posibilidades de investigación y de implementación de intervenciones avanzadas con el potencial de mejorar considerablemente los resultados de restauración.
“La instalación representó un gran avance en nuestra capacidad para estudiar y preservar especies de coral”, señalaron los responsables del proyecto.
“Al trasladar la reproducción de coral a un entorno de laboratorio controlado, pudimos aplicar técnicas de vanguardia que aumentaron significativamente tanto las tasas de supervivencia larval como su resiliencia a largo plazo.
Este avance nos permitió tomar medidas proactivas para proteger no solo estas especies marinas fundamentales, sino también a las comunidades y economías que dependen de arrecifes saludables para su seguridad alimentaria, protección costera y turismo sostenible.”