Tegucigalpa, Honduras.
Una virosis contraída a causa de comida contaminada llevó hace un año a Scarleth Lalín Brown al hospital.
El pronóstico para la joven de 23 años no era nada bueno: el síndrome de Guillain-Barré amenazaba su sueño de brillar en el atletismo.
“Yo no sabía lo que me estaba pasando, primero me empezó en las manos, las sentía dormidas, luego fueron las piernas, me empecé a asustar porque creí que nunca más podría hacer deportes; cuando me internaron ni siquiera los médicos se explicaban qué era lo que tenía”, cuenta la estudiante de Enfermería.
Hoy, el virus del Zika es sospechoso de que el número de pacientes con esta afección sea de 40 a escala nacional, según Francis Contreras, viceministro de Salud.
La promesa deportiva de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah) afirma que poco a poco su cuerpo dejó de responder y en cuestión de horas no podía siquiera hablar.
Su hospitalización fue de tres semanas en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y durante ese tiempo sintió cómo sus energías, esas mismas que había usado para representar a Honduras en varios retos deportivos a nivel internacional, la abandonaron por completo.
“Lo que más me preocupaba era no recuperarme, saber que ni los médicos sabían qué era lo que tenía, pensaba en mi carrera de Enfermería y en mis entrenamientos, eso fue lo más horrible que me ha pasado, no podía moverme, no podía hacer nada”.
El llamado de esta joven a los hondureños es dramático.
“Yo me preguntaba por qué a mí, si yo llevo una vida saludable, hago ejercicio, soy activa; pero me pasó.
Cuando estaba en cama solo pensaba que nunca más me iba mover, yo les digo a todos que eliminemos los criaderos del mosquito, el Guillain-Barré no es cualquier cosa, el cuerpo deja de responder, deja de funcionar, hay que tomar conciencia, hacer lo que nos corresponde”.
Una virosis contraída a causa de comida contaminada llevó hace un año a Scarleth Lalín Brown al hospital.
El pronóstico para la joven de 23 años no era nada bueno: el síndrome de Guillain-Barré amenazaba su sueño de brillar en el atletismo.
“Yo no sabía lo que me estaba pasando, primero me empezó en las manos, las sentía dormidas, luego fueron las piernas, me empecé a asustar porque creí que nunca más podría hacer deportes; cuando me internaron ni siquiera los médicos se explicaban qué era lo que tenía”, cuenta la estudiante de Enfermería.
Hoy, el virus del Zika es sospechoso de que el número de pacientes con esta afección sea de 40 a escala nacional, según Francis Contreras, viceministro de Salud.
La promesa deportiva de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah) afirma que poco a poco su cuerpo dejó de responder y en cuestión de horas no podía siquiera hablar.
Su hospitalización fue de tres semanas en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y durante ese tiempo sintió cómo sus energías, esas mismas que había usado para representar a Honduras en varios retos deportivos a nivel internacional, la abandonaron por completo.
“Lo que más me preocupaba era no recuperarme, saber que ni los médicos sabían qué era lo que tenía, pensaba en mi carrera de Enfermería y en mis entrenamientos, eso fue lo más horrible que me ha pasado, no podía moverme, no podía hacer nada”.
El llamado de esta joven a los hondureños es dramático.
“Yo me preguntaba por qué a mí, si yo llevo una vida saludable, hago ejercicio, soy activa; pero me pasó.
Cuando estaba en cama solo pensaba que nunca más me iba mover, yo les digo a todos que eliminemos los criaderos del mosquito, el Guillain-Barré no es cualquier cosa, el cuerpo deja de responder, deja de funcionar, hay que tomar conciencia, hacer lo que nos corresponde”.
Scarleth Lalín Brown estuvo hospitalizada en el Seguro Social.
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