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Europa empeora, pero sus líderes no se ponen de acuerdo

  • 14 octubre 2014 /

Un número creciente de estra­tegas y asesores sostienen que es el momento de realizar una ofensiva coordinada que abarque medidas enérgicas del BCE.

Berlín, Alemania.

La confrontación entre el Banco Central Europeo, Alemania y otros gobiernos de la zona euro entorpece los inten­tos de Europa por reactivar su economía.

Las tensiones, que se han es­tado gestando durante meses, se agudizaron en el último mes en momentos en que las cifras mues­tran un deterioro de la zona euro y amenazan con bloquear una respuesta coherente cuando Eu­ropa se encamina a su tercera re­cesión en seis años.

Un número creciente de estra­tegas y asesores sostienen que es el momento de realizar una ofensiva coordinada que abarque medidas enérgicas del BCE, un aumento de la inversión de Ale­mania e instituciones de la Unión Europea y reformas más audaces en Francia e Italia.

“Necesitamos un gran acuer­do en el que los gobiernos nacio­nales entiendan que la política monetaria sólo podrá dar frutos si es acompañada de reformas estructurales y una política fis­cal responsable”, incluyendo una menor austeridad en Alemania, señala Marcel Fratzscher, di­rector del Instituto Alemán de Investigación Económica, un centro de estudios de Berlín sin afiliación partidista.

No obstante, funcionarios y economistas advierten que in­cluso una ofensiva coordinada de esta naturaleza podría no ser suficiente para acelerar el creci­miento de la zona, tomando en cuenta los arraigados proble­mas del bloque. Mientras tanto, los riesgos de una recesión en el corto plazo y un declive de más largo plazo aumentan, según muchos.

Una caída de 1,8% en la pro­ducción fabril en agosto, repor­tada el martes, fue el indicio más reciente de que el bloque de 18 países podría haberse contraído en el tercer trimestre, luego de un declive en el segundo trimestre.

No es lo único. El gobierno alemán redujo sus proyecciones de crecimiento mientras que las cifras de inflación fueron más débiles de lo previsto en Francia y Reino Unido, que no utiliza el euro pero está expuesto a las di­ficultades del bloque.

El BCE, que siente presión para comprar activos financie­ros a gran escala para reanimar tanto el crecimiento como la in­flación, no está seguro de que tal medida surta efecto si se realiza en forma aislada y teme una re­acción negativa en Alemania. La entidad preferiría acompañar la compra de activos con otras ini­ciativas que acarrean riesgos si los gobiernos realizan políticas complementarias para estimu­lar sus economías, dicen fuen­tes cercanas. Los líderes nacio­nales, sin embargo, no se ponen de acuerdo sobre qué medidas implementar.

El gobierno de la canciller alemana, Angela Merkel, recha­zó el martes los llamados para aumentar el gasto y aplazar la meta de equilibrar el presu­puesto del próximo año en me­dio de la creciente evidencia de una desaceleración en la mayor economía europea. Alemania también ha dejado en claro que no cree que haya necesidad de que el BCE emprenda medidas nuevas y experimentales.

Mientras tanto, Francia e Ita­lia se están demorando mucho más de lo que le gustaría al BCE y a Alemania en poner en marcha iniciativas como una reforma del mercado laboral y una reducción de los trámites burocráticos. Sin embargo, están presionando al banco central y a Alemania para que hagan más para impulsar la demanda en Europa. “Mi temor, compartido por muchos, es que si no adaptamos (las políticas eco­nómicas de la zona euro) termi­naremos en un período prolonga­do de… crecimiento muy bajo e inflación muy baja”, manifestó el lunes el ministro francés de Fi­nanzas, Michel Sapin, en una re­unión de ministros de Hacienda en Luxemburgo. “Corremos el riesgo de ingresar en un período a lo Japón que causaría mucho daño a nuestras economías… y nuestros presupuestos”, agregó Sapin, en alusión a los largos años que Japón ha combatido la defla­ción y un crecimiento anémico.

El ministro alemán de Finan­zas, Wolfgang Schäuble, criticó duramente los llamados para que Berlín eleve el endeudamiento y la inversión pública que escuchó durante las reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Ban­co Mundial realizadas la semana pasada en Washington. “Lo peor que podríamos hacer es repetir los errores del pasado” de de­pender de la deuda pública para propulsar el crecimiento, aseve­ró el martes. El gobierno alemán prevé una expansión de 1,2% este año y de 1,3% en 2015, un descen­so frente a proyecciones anterio­res cercanas a 2%. La desacelera­ción “no es agradable… pero no es razón para hablar de una crisis”, dijo Schäuble.

Fratzscher, por su parte, re­conoció ser “relativamente pe­simista” respecto de un cambio de curso de Alemania o de que Francia o Italia emprendan re­formas económicas con mayor determinación. La voluntad po­lítica para el cambio “sólo apare­ce cuando estás entre la espada y la pared”, señaló.

La tranquilidad que ha impe­rado en los mercados de renta fija en los últimos dos años ha elimi­nado la sensación de urgencia en los debates europeos sobre las reformas, luego de que las al­zas en las tasas de interés de lar­go plazo entre 2010 y 2012 ame­nazaran con hacer añicos la zona euro. Aunque tal peligro quedó atrás, la economía europea aún no se recupera del todo de la cri­sis financiera de 2008 y la poste­rior recesión.

Un crecimiento prácticamen­te nulo, una tasa de desempleo de dos dígitos y una inflación que en septiembre llegó a 0,3% en 12 me­ses muestran que la zona euro su­fre de una falta de demanda, ade­más de numerosos problemas estructurales en ámbitos como la regulación, la tributación y el sistema bancario.

La inflación se ubica muy por debajo de la meta del BCE, de poco menos de 2% en 12 meses, y los inversionistas creen que el or­ganismo no tendrá más remedio que empezar a comprar valores a gran escala, incluyendo bonos soberanos, una política conocida como relajamiento cuantitativo.