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¿Cuánto vale la información que proveemos?

  • 13 octubre 2014 /

Conforme más compañías co­mercializan información y utilizan herramientas de análisis, la falta de estándares para valorar los datos deja una am­plia brecha en nuestra comprensión del mundo empresarial moderno.

Nueva York, Estados Unidos.

Qué artículos compra en el su­permercado, a qué publicaciones les pone “Me gusta” en Facebook o cómo utiliza el GPS en su auto son datos cuya recolección y venta están dando pie a negocios enteros.

El problema es que nadie sabe a ciencia cierta cuánto vale esa infor­mación. Los datos no constituyen un activo, como una fábrica o dinero en efectivo, y no hay reglas contables para calcular su valor.

“Es desconcertante que las em­presas tengan una mejor contabili­dad para sus muebles de oficina que sus activos de información”, dice Douglas Laney, analista de la firma de investigación tecnológica y con­sultoría Gartner Inc. “No puedes ma­nejar lo que no mides”, sostiene.

Conforme más compañías co­mercializan información y utilizan herramientas de análisis de “big data” para encontrar maneras de ge­nerar ingresos, la falta de estándares para valorar los datos deja una am­plia brecha en nuestra comprensión del mundo empresarial moderno.

Los datos y otros “activos in­tangibles”, como patentes, marcas registradas y derechos de autor, de las compañías podrían valer más de US$8 billones, según las estimacio­nes de Leonard Nakamura, econo­mista del Banco de la Reserva Federal de Filadelfia. Eso es casi equivalente al Producto Interno Bruto de Alema­nia, Francia e Italia juntos.

Estos intangibles se vuelven par­tes cada vez más importantes de la economía global. El valor de las pa­tentes, por ejemplo, ha pasado a ser un motivo importante detrás de fu­siones y demandas entre gigantes tecnológicos globales como Google Inc., Apple Inc. y Samsung Electro­nics Co. No obstante, incluso esos activos no aparecen en los estados financieros de las empresas.

“Queremos algún tipo de infor­mación contable al respecto, para tener una mejor idea de cómo las empresas están invirtiendo para crecer”, señala Nakamura.

El asunto no se limita al sector tecnológico. La cadena estadouni­dense de supermercados Kroger Co. registra lo que compran los clientes en sus más de 2.600 locales y también rastrea el historial de transacciones de sus casi 55 millones de miembros con tarjetas de lealtad. Analiza los datos en busca de tendencias y lue­go, a través de una empresa conjun­ta, vende la información a provee­dores que abastecen sus estantes con todo tipo de productos, desde cereales hasta gaseosas.

Fabricantes de productos de con­sumo como Procter & Gamble Co. y Nestlé SA están dispuestos a pagar por esa información para adaptar sus ofertas y publicidad a los gus­tos de los compradores.

Laney y otros estiman que Kro­ger recauda US$100 millones al año de la venta de datos, pero ejecuti­vos de la cadena prefieren no ha­blar sobre el tema.

Kroger asegura que sigue prin­cipios de contabilidad generalmen­te aceptados, que prohíben a las compañías tratar los datos como activos o considerar el dinero que gastan en recabar y analizar la in­formación como inversiones en lu­gar de costos.

La Junta de Estándares de Con­tabilidad Financiera de Estados Unidos (FASB) ha tenido dificul­tades para actualizar sus reglas para una economía cada vez más dominada por la información y la propiedad intelectual. El regulador ha debatido el tema de los activos intangibles dos veces entre 2002 y 2007. En ambas ocasiones, compli­caciones llevaron a la agencia a reti­rarlo de su agenda. El mes pasado, sin embargo, miembros del consejo consultivo sugirieron nuevamente que la junta estudiara el tema, dice su vocera Christine Klimek. Entre los temas: ¿cómo se contabiliza el tiempo que los empleados pasan re­uniendo información, como un gas­to o una inversión de capital?

Las empresas también tendrían que estimar la vida útil de los datos, determinar su valor a futuro y moni­torear y reportar cualquier cambio en su valor. Analizar esos números se­ría relativamente fácil para un activo como una fábrica, pero en el confuso mundo de los intangibles, hay pocos precedentes de tales cálculos.

La falta de consenso sobre la for­ma de medir el valor de los datos crea un punto ciego en particular para los inversionistas de gigantes tecnoló­gicos como Facebook Inc., eBay Inc. y Google, que dependen de la infor­mación que recogen para generar la mayor parte de sus ingresos.

“Mucho de lo que sucede en las empresas no se ve reflejado en infor­mes públicos o la contabilidad”, dice Glen Kernick, director gerente de Duff & Phelps Corp., firma de asesoría en banca de inversión y valoración.

Los activos combinados de Fa­cebook, eBay y Google menos sus deudas equivalen a US$125.000 mi­llones. Sin embargo, el valor total de sus acciones asciende a US$660.000 millones. Esto refleja el hecho de que el mercado bursátil sabe que los ac­tivos más valiosos de las empresas, como los algoritmos de búsqueda, las patentes y las enormes cantidades de información de sus usuarios y clien­tes, no aparecen en sus balances. Eso lleva a muchos inversionistas a valo­rar las compañías según otros pará­metros más volátiles, como su flujo de caja o perspectiva económica.

Muchos expertos sostienen que los inversionistas no necesitan sa­ber el valor exacto de activos intan­gibles como los datos, ya que se ve reflejado en el precio de la acción de la empresa.

“Los datos no valen nada si no sabes cómo usarlos para ganar di­nero”, dice Laura Martin, analista de Needham & Co. La información sobre usuarios individuales pier­de valor con el tiempo a medida que estos cambian de paradero o de gustos, añade. Eso hace que los datos sean materias primas pere­cederas y más difíciles de valorar.

De todos modos, depender de la sabiduría colectiva del mercado puede ser peligroso. Muchos in­versionistas perdieron hasta sus camisas en el estallido de la burbu­ja puntocom en 2000, que tuvo lu­gar después de frenéticas compras alimentadas por la amplia creencia de que las mediciones tradiciona­les del valor y el riesgo no importa­ban en la “nueva economía”.

Una de las raras veces en que las empresas fijan un precio para sus datos es durante las adquisiciones de compañías. De hecho, el valor de los datos a ser adquiridos se vuel­ve cada vez más importante en las fusiones, asevera Bruce Den Uyl, di­rector gerente de la firma de consul­toría AlixPartners LLP.