Honduras
Acceso con registro
De lunes a domingo, un pequeño local en la 3 avenida, entre la 9 y 10 calles, del barrio Lempira, en San Pedro Sula, Cortés, se convierte en un espacio de motivación y logro para un grupo de hombres y mujeres que día a día luchan con todas sus fuerzas no caer nuevamente en las garras del alcohol.
La noche del viernes 31 de enero, Diario La Prensa presenció una reunión en el Grupo Amor y Triunfo. Esta es solo una de las sedes que Alcohólicos Anónimos (AA) ha establecido en esta ciudad para que sirva como hermandad y refugio a aquellos enfermos alcohólicos que buscan mantenerse en sobriedad.
Las citas son a las 5:00 pm, pero ese día hubo presencia de 14 miembros, que empezaron a llegar desde 4:45 pm, un grupo de hombres y mujeres de diferentes edades.
Algunos de ellos, ingresan con algarabía mientras los demás ríen por el escándalo de su entrada. Tras estrechar la mano de sus compañeros, toman asiento para una noche más dar fe de que sigue en pie su misión; no tomar alcohol por 24 horas.
De acuerdo con el reciente Informe sobre la Situación Mundial del Alcohol y la Salud y el Tratamiento de los Trastornos por uso de Sustancias, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo promedio de alcohol por persona en Honduras es de 3.2 litros al año.
Alcohólicos Anónimos inició en Honduras el 15 de julio de 1960 y ofrece sus servicios de manera totalmente gratuita. La entidad está conformada por grupos de personas que comparten sus experiencias, fortalezas y esperanzas para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo en un ambiente de hermandad, con el objetivo de mantenerse sobrios.
En San Pedro Sula funcionan 40 grupos de AA diseminados en varios sectores a los que asisten, de acuerdo con la última actualización de la base de datos de la entidad hasta diciembre de 2024, un total 516 miembros.
El registro detalla que hay más de 3,000 participantes en todo el país. A este número se deben sumar las personas en condición de calle que también padecen la enfermedad, pero cuya cantidad exacta se desconoce debido a la falta de registro.
Toda reunión de AA comienza con un minuto de silencio, un tiempo que sirve a los presentes reflexionar sobre su día.
A continuación, el coordinador del grupo, Saturnino, lee parte de los lineamientos que rigen la organización. Entre ellos se encuentran los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos, que incluyen reconocer la impotencia ante el alcohol, aceptar que son enfermos y rendirse a un poder superior que los ayuda a seguir adelante.
Durante dos horas, ya que la reunión inicia a las 5:00 y termina a las 7:00 pm, los miembros que deseen hacerlo dan su testimonio para “sacar la basura emocional, porque solo un bolo entiende a un bolo”.
Este espacio de participación permite a las personas dar testimonio sobre cómo logran mantenerse sobrios, las luchas diarias que enfrentan y lo que significa para ellos Alcohólicos Anónimos.
“Soy Judith y llegué a AA el 8 de agosto de 1991 y llevo 34 años sin tomar alcohol. Esta es una lucha constante y todo el tiempo que consumí no disfruté la niñez de mis hijos porque era una alcohólica y no lo sabía. Les hice daño porque el alcohol pudo conmigo y me destruyó”, relató a sus compañeros del grupo Amor y Triunfo.
De pie frente a un podio, con voz fuerte y con autoridad, Judith, de unos 65 años, relató parte de su experiencia ante sus compañeros, a quienes confesó verlos como su familia y como las personas que mejor la comprenden.
Antepuso a Dios como la principal ayuda para lograr por 34 años dejar de beber alcoholo y aseguró que Alcohólicos Anónimos ha sido una fuente de amor, hermandad, comprensión, ayuda y apoyo emocional.
“Este lugar me dio una segunda oportunidad de vida; siento que aquí volví a nacer”, dijo.
Al igual que Judith, otro miembro del grupo y parte de la directiva de AA en esta ciudad, identificado como Boris, relató cómo el alcohol lo llevó a perder su primer matrimonio. Este hombre, que ahora tiene un trabajo estable y lleva 20 años sin tomar alcohol, relata que su vicio comenzó en 1992, cuando tenía 19 años.
“Mi alcoholismo duró 20 años y puedo decir que yo era un pachanguero. La primera vez que lo probé fue el día de mi graduación del colegio en una fiesta en casa de un compañero y desde entonces fue progresivo mi consumo. Empecé bebiendo un día a la semana, luego dos, luego tres y cuando menos acordé bebía todos los días y eso me llevó a tocar fondo”, contó.
Recordó que el día que se dio cuenta de que necesitaba ayuda, fue en 2011 cuando su jefe lo descubrió bebiendo, pero tuvo una segunda oportunidad y no lo despidieron. “Ver que casi pierdo mi trabajo, que estaba destruyendo mi vida y mi familia, me llevó a darme cuenta de que tenía un problema y busqué ayuda, es cuando un amigo que me siguió durante tres años para llevarme a AA, me invitó y es cuando llego a este grupo”, relató.
Aseguró que después de tres meses sin consumir alcohol, lo ascendieron a supervisor, luego fue secretario del sindicato de la empresa y dos años después se convirtió en presidente de una de las seccionales.
“Desde entonces no he vuelto a beber. He llorado porque por muchos años hice sufrir a mi madre, pero mi consuelo es que le regalé nueve años y medio de sobriedad. Ella siempre creyó en mí y cada vez que aquí me celebraban mi aniversario por no beber, ella estaba en primera fila celebrando conmigo”, recordó nostálgico.
El alcohol le robó a Boris su primer matrimonio. Tiempo con su hija que en ese entonces era una niña y aunque ahora que ella es mayor tienen una buena relación, dice que espera que un día le pase factura no haber estado más tiempo en su niñez. “Dinero le di, pero tiempo no y ahora trato de ser un buen papá”, dijo.
Finalizó expresando, “Alcohólicos Anónimos es la luz que encontramos al final del túnel. Muchos dicen que la luz que encuentran al final del túnel es para pasar a la otra vida, pero para nosotros es volver a nacer. Aquí encontramos a Dios que se manifiesta en nosotros porque somos un milagro de Él, aquí miramos en cada compañero un milagro. Después de que la sociedad nos ha rechazado, AA nos devuelve a la vida”.
Entidades que asisten a los enfermos alcohólicos, ya sea en el área médica, emocional o psicológica, lamentan el hecho de que en San Pedro Sula no haya suficientes instituciones que presten ayuda especializada en el tema y que no haya un centro gratuito para la desintoxicación, un paso fundamental para que un enfermo alcohólico empiece su recuperación.
Johana Zaldívar, gerente de Fundación Obras Sociales Vicentinas (Osovi), que tiene bajo su mando el Centro de Rehabilitación Fe y Esperanza, señala que este centro atiende entre 20 a 25 personas mensualmente donde les dan seguimiento en el tema de alcoholismo.
Recalcó que la fundación presta un servicio orientado en el área emocional y médica y que durante cuatro meses en los que los enfermos permanecen internos en la fundación, son preparados para que se reintegren a la sociedad.
La fundación también cuenta con el Proyecto Mâcon, que brinda a personas alcohólicas en condición de calle, servicios gratuitos como duchas, alimentación, entrega de ropa, servicios médicos básicos y odontológicos y en el área psicológica.
“El alcoholismo es una de las enfermedades menos atendidas y muy estigmatizadas, por lo que nosotros tratamos de estar siempre para ellos y trabajar para dignificar sus vidas”, aseguró la funcionaria.
Lamentablemente, San Pedro Sula no cuenta con una red hospitalaria gubernamental que ayude a un alcohólico al proceso de desintoxicación, paso fundamental para que sea admitido en un centro de ayuda gratuito y pueda recibir apoyo.
Anteriormente, lo hacía el hospital Leonardo Martínez, pero desde el 2016 dejó de hacerlo al convertirse en un centro pediátrico y con servicios para la mujer.
El hospital Mario Rivas tampoco hace el proceso, pero sí presta atención primaria y luego remite al paciente a las organizaciones que trabajan el tema del alcoholismo.
La oficina del Instituto Hondureño para la Prevención del Alcoholismo, Drogadicción y Farmacodependencia (Ihadfa), que funciona en la ciudad, solo ofrece ayuda psicológica.
En cuanto al centro de atención mental Juan de Dios, se sabe que realiza el proceso de desintoxicación alcohólica y solo en casos extraordinarios lo hace de forma gratuita. De igual forma lo hace el Proyecto Victoria, pero hay una cuota que el paciente debe pagar. A estos se unen otras clínicas privadas.
El proceso de desintoxicación consiste en la aplicación de sedantes, protectores de la mucosa gástrica, tiamina para recuperar el ácido fólico que se pierde por el alcohol y otros tratamientos especializados, dura al menos siete días. En casos graves y si el paciente no es desintoxicado, puede morir por afecciones cardiacas o por cirrosis.
Según un estudio publicado en la revista científica Nature, Honduras clasifica entre los países con una tasa de mortalidad por cirrosis alcohólica, superior a 20 personas por cada 100,000 habitantes. Este padecimiento se caracteriza por afectar directamente el hígado y se da por el consumo prolongado de alcohol.