Entre la longevidad y la calidad de vida hay una brecha de más de dos décadas. Aunque en España la esperanza de vida promedio alcanza los 84 años, la etapa de salud plena apenas llega a los 62. Reducir esa diferencia es el objetivo de Iberlongeva, un nuevo proyecto científico que se desarrollará en algunas de las provincias más envejecidas de España y en el norte de Portugal.
Más de mil personas mayores de 60 años participarán en un observatorio destinado a recopilar información clave sobre los factores que determinan cuánto tiempo puede mantenerse una vida activa y saludable.
Juan Martín, director del Centro Internacional sobre el Envejecimiento (Cenie), explicó que la llamada “esperanza de vida saludable” se refiere a los años que una persona puede vivir sin alcanzar el estado de fragilidad, “la antesala de la dependencia”.
El estudio Iberlongeva, presentado en el campus Viriato de Zamora de la Universidad de Salamanca, busca responder a una pregunta crucial: ¿cómo prolongar los años de buena salud?
La iniciativa, financiada con fondos europeos del programa Interreg, está coordinada por el Cenie y cuenta con la colaboración de las universidades de Salamanca y Vigo, junto al Instituto Politécnico de Braganza.
“El proyecto nace de una idea sencilla pero poderosa: ¿qué ocurriría si tomáramos en serio la extensión de la vida?”, expresó Martín, quien subrayó que vivir más tiempo implica tanto oportunidades como desafíos.
Un reto del siglo XXI
El director recordó que las personas nacidas en 2025 tienen un 50 % de probabilidades de alcanzar los 100 años. Desde 1950, la esperanza de vida ha aumentado de manera tan constante que, metafóricamente, sería como si los días hubieran pasado de 24 a 32 horas.
Por eso, el verdadero desafío no es solo vivir más, sino vivir mejor. Iberlongeva trabajará en esa dirección junto a las escuelas de Enfermería de Ourense y Zamora y la Escuela Superior de Salud de Braganza, con el fin de estudiar los factores que permiten mantener la vitalidad durante más tiempo.
Celia Fernández Carro, profesora de Sociología de la UNED y responsable del componente social del proyecto, detalló que se recogerán datos sobre condiciones de vida, redes de apoyo, bienestar emocional y salud percibida, así como información sobre vivienda y entorno.
Más que genética, importa el entorno
El estudio pondrá especial atención en los factores sociales que determinan la longevidad. “En ocasiones, el código postal influye más que el genético”, apuntó Fernández, destacando la importancia del contexto en la salud de las personas mayores.
Por su parte, Óscar González Benito, director general de la Fundación Universidad de Salamanca, explicó que la información recabada —proveniente de más de un millar de participantes de Zamora, Ourense y Braganza— permitirá crear un repositorio sobre longevidad saludable que sirva para diseñar políticas públicas y estrategias de prevención.
“Estos datos nos ayudarán a anticiparnos a los desafíos del futuro y a construir herramientas que mejoren la calidad de vida de las próximas generaciones”, afirmó.
Del sueño al bienestar financiero
La investigación, que se llevará a cabo entre enero y abril del próximo año, ofrecerá además recomendaciones personalizadas a los participantes para mejorar su bienestar físico y emocional.
Entre los indicadores que se analizarán figuran la agilidad al levantarse de una silla, la velocidad al caminar, la calidad del descanso, las relaciones sociales e incluso el impacto del estrés financiero, un factor cada vez más relevante en la salud de las personas mayores.
Con Iberlongeva, España y Portugal apuestan por una meta común: vivir más años, pero también vivirlos mejor.