En los años 80 y 90, el éxito de Janet Jackson era global: ganó todo tipo de premios, acumuló álbumes y ventas y el público esperaba sus canciones y actuaciones. En 1996 firmó con Virgin el hasta entonces mejor contrato discográfico de la historia (casi 80 millones de dólares), que superaba lo que ganaba su hermano Michael Jackson, una megaestrella.
A 10 años de la muerte del Rey del Pop, Janet parece estar viviendo un nuevo renacimiento profesional. En marzo ingresó al Salón de la Fama del Rock and Roll, donde sus hermanos ya llevaban un par de décadas, y este fin de semana actuará por primera vez en el Festival de Glastonbury, uno de los más famosos del mundo, como coestelar.
Janet, de 53 años, tuvo su primer espectáculo en Las Vegas a los siete años: dos funciones diarias durante dos semanas sin descanso.
| En marzo ingresó al Salón de la Fama del Rock and Roll.
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Esa anécdota la persigue, mas ha aprendido a “no leer las opiniones sobre mí, sean buenas o malas”, dijo a The Sunday Times Magazine. Dice vivir un gran momento personal y lo atribuye, en parte, a su hijo Eissa.
“Tengo un hijo maravilloso”, afirma. Janet fue madre a principios de 2017, casada con el multimillonario catarí Wissam al Mana, de quien se separó pocos meses después de dar a luz porque su esposo se había vuelto muy controlador e incluso le decía la vestimenta que debía usar en su vida privada y durante sus actuaciones.
| En los Billboard del año pasado recibió el premio Ícono.
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“Me llaman ‘Superwoman’ (supermujer). Dios sabe que no lo soy, pero creo que lo que ellos ven es la energía que me inspira, Eissa”, afirma.
“He bajado mi ritmo. Ahora no ensayo tantas horas como antes, para estar con mi hijo. Mis días de antes se han reducido a la mitad para poder pasar más tiempo con él. (...) Realmente echas de menos tu infancia. No he podido hacer las cosas divertidas que hacen otros niños. Yo habría querido ser gimnasta, pero nunca pude porque estaba ocupada trabajando, pero al menos tenía a mis hermanos y hermanas; eran mis mejores amigos”.
| La famosa junto con su hijo Eissa, de dos años de edad.
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“Todos pasamos por cosas, así que puedes tomar el dolor y los traumas y convertirlos en algo positivo o algo negativo. Puedes comenzar con las drogas y la bebida y ser algo aterrador... Yo traté de hacer algo positivo con eso”.
Joe era conocido por ser estricto y exigir disciplina a sus hijos, y su hija menor dijo que nunca se le permitió llamarlo “papá”. “Mi padre vio una salida para sus hijos”, dijo ella. “Una vida mejor, y gracias a Dios por eso”.