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Las ganancias del rey de la deuda soberana

  • 18 noviembre 2014 /

Para fines de 2012, Michael Hasenstab había acumulado US$8.000 millones de la deuda gubernamental del país, 16% del total.

Nueva York, Estados Unidos.

El viceprimer ministro ucraniano estaba en aprie­tos cuando acudió a la ofi­cina del gerente de fondos mutuos Michael Hasenstab en San Mateo, California, en enero de 2013. Las reservas en efectivo de su país se agotaban, pero el Fondo Moneta­rio Internacional se rehusaba a descongelar préstamos a menos que el gobierno desmantelara sus controles de divisas y precios de la energía.

Pocas semanas después de la entrevista, los fondos de Hasenstab compraron alrededor de US$400 millones en nuevos bonos emiti­dos por Ucrania. No fue ninguna sorpresa. Hasenstab había acumu­lado US$3.000 millones en bonos soberanos de Ucrania poco después de que el FMI suspendió la ayuda a ese país en 2011, y siguió com­prando. Para fines de 2012, había acumulado US$8.000 millones de la deuda gubernamental del país, 16% del total.

Las compras despertaron el re­celo de algunas autoridades del Departamento de Estado de Esta­dos Unidos que creían que el ges­tor de fondos estaba ayudando al gobierno pro ruso, encabezado por Viktor Yanukovych, según una fuente cercana. Yanukovych fue de­rrocado en febrero. “Nuestro papel no es cambiar un régimen”, respon­de Hasenstab. “Es invertir a largo plazo”.

Durante la última década, Ha­senstab, de 41 años, ha obtenido jugosos retornos y transformado al Templeton Global Bond Fund (Fon­do Global de Bonos Templeton), de Franklin Resources Inc., en el fon­do de bonos soberanos más grande del mundo con una estrategia in­usual que algunas veces lo coloca en el bando de regímenes contro­versiales.

La mayoría de los gerentes de fondos de bonos son cautos y dis­tribuyen sus inversiones extensa­mente. No es el caso de Hasenstab. Con US$73.000 millones bajo ges­tión en el Fondo Global de Bonos Templeton y US$118.000 millones de otros fondos mutuos e inversio­nistas institucionales como el Sis­tema de Jubilación de Maestros del Estado de Illinois, Hasenstab invierte en unos 20 países a la vez, incluyendo lugares que ahuyentan a otros gestores. Intenta elegir bo­nos que pagarán los retornos más altos sin caer en cesación de pa­gos y habitualmente mantiene sus apuestas por años. Hasenstab se ha convertido en uno de los gran­des acreedores de varios países, lo que le otorga acceso expedito a funcionarios, quienes usualmen­te buscan su dinero y, a veces, sus opiniones.

Serhiy Arbuzov, viceprimer mi­nistro de Ucrania cuando se entre­vistó con Hasenstab, no pudo ser contactado. Su paradero es desco­nocido desde marzo. Hasta el 30 de septiembre, fondos administrados por Hasenstab tenían US$8.800 mi­llones en deuda ucraniana, según el proveedor de datos Ipreo.

Sus fondos poseen cerca de U$14.000 millones en bonos emi­tidos por el gobierno de Hungría, equivalentes a 14% del total, según Standard & Poor’s Ratings Servi­ces. Los analistas creen que la in­tervención de Hasenstab le da al gobierno húngaro la confianza para reafirmar su soberanía sobre lo que considera la interferencia del FMI y la Unión Europea. El año pasado, Hungría obligó al FMI a cerrar su oficina en Budapest. Voceros del FMI y del Departamento de Esta­do de EE.UU. declinaron comentar al respecto.

Hasenstab es el mayor inversio­nista individual en Hungría, Irlan­da y Uruguay. Al 30 de septiembre, también acumulaba 10% de la deu­da soberana circulante de Malasia y 5,6% de la de Corea del Sur.

En Uruguay, tenía 95% de los US$277 millones en bonos sobe­ranos denominados en pesos que vencían en enero. Debido a que el inversionista pudo haber debili­tado el valor del peso si canjeaba un pago de sus activos por dólares en el mercado abierto, el gobierno cambió los términos del reembol­so a dólares. Un vocero del Minis­terio de Economía y Finanzas de Uruguay no quiso comentar sobre la materia.

“No piensa como el resto, y ese es el prerrequisito del éxito”, in­dica David Snowball, profesor de comunicaciones de la Universidad Augustana en Illinois, quien publi­ca un boletín de la industria de los fondos mutuos.

El Fondo Global de Bonos Tem­pleton promedió un retorno anual de 8,1% en la última década, fren­te a un promedio de 4,4% de todos los fondos de bonos globales, según Morningstar Inc. Este año, su ren­dimiento es de 3,2%, por encima del promedio de 2,4%. “Nos sentimos cómodos al margen del consenso, nadando contra la corriente. Hay que hacerlo con cuidado”, asevera Hasenstab.

Debido a su exitoso desempeño de largo plazo, los inversionistas parecen no tener reparos en colo­car parte de su dinero en países con regímenes controversiales a través de Hasenstab. Sus partidarios se­ñalan que los fondos mutuos, de cobertura e incluso de pensiones siempre han buscado retornos más atractivos en lugares como la Su­dáfrica en tiempos del apartheid, Irak, Myanmar y Venezuela.

Los montos masivos de dinero que los inversionistas han coloca­do a partir de 2009 en fondos de bonos no tradicionales ha desper­tado los temores de funcionarios y analistas de que podría ser más difícil persuadir a algunos países a seguir políticas más democráti­cas y una mayor disciplina finan­ciera. Los gobiernos que no quie­ren cumplir con las exigencias del FMI pueden acudir a los mercados de capitales.

“Ya sea que estemos hablando de China o Ucrania, estos países no son monolíticos”, afirma Ha­senstab. “Ir pelando las capas para descubrir lo que motiva a las per­sonas, eso me atrae”.

Los gestores de renta fija que compiten contra Hasenstab envi­dian su desempeño, pero advier­ten que algunas de sus posiciones son tan grandes que podría ocurrir una reacción en cadena desastrosa en los mercados emergentes si los pagos a los inversionistas lo obli­gan a vender demasiados bonos a la vez. “Si tienen que liquidar sus posiciones, correrá sangre”, dice Viktor Zsiday, gerente de un fon­do de cobertura en Budapest con bonos soberanos húngaros.

Hasenstab asegura que puede soportar momentos difíciles por­que sus fondos apartan hasta 15% de sus activos en efectivo.
Las personas que se han reunido con él dicen que usualmente hace muchas preguntas, pero no revela sus opiniones. “Es como un monje”, asevera una fuente. En ocasiones analiza un país durante años antes de comprar sus bonos.

Durante gran parte de la década de 2000, Hasenstab se concentró en Asia. Después de la cesación de pagos de Argentina en 2001, le pi­dió a un analista que determinara qué países europeos corrían el ma­yor riesgo de entrar en default. Se mantuvo al margen de Grecia, pero invirtió cerca de 20% de los activos de su fondo mutuo en Irlanda y Po­lonia, informa.

Los precios de los bonos en am­bos países se hundieron cuando los inversionistas huyeron en masa, pero Hasenstab se mantuvo firme y logró una enorme ganancia. Ma­teusz Szczurek, ministro de Finan­zas de Polonia, dice que Hasenstab “aportó estabilidad y el tiempo ha demostrado que fue la estrategia acertada”.