Nueva York, Estados Unidos.
Así se siente despertarse en la casa más inteligente de Estados Unidos. Mejor dicho: así se siente Alex Hawkinson, presidente ejecutivo de SmartThings, que construye viviendas llenas de tecnología. En su inmueble en un suburbio de Maryland, todas las luces y tomacorrientes, además de una decena de aparatos, están conectados a Internet y son controlables desde allí.
Al despertar, Hawkinson se estira y el acelerómetro dentro de su pulsera UP, de Jawbone, registra el movimiento y de forma inalámbrica lo comunica a su iPhone, que envía la señal al software que controla la casa desde la nube. Las luces de la primera planta se encienden. La cafetera empieza a filtrar café. El termostato eleva la temperatura de ambiente del hogar y el sistema de seguridad se apaga.
Para cuando Hawkinson entra a la cocina, su café está listo. Cuando abre el gabinete donde guarda las tazas, un sensor enciende un parlante conectado a Internet al lado de la mesa del comedor. Una voz de mujer ligeramente robótica le informa sobre el estado del tiempo.
Los sistemas de automatización del hogar no son nuevos. Lo que es diferente en 2014, señalan Hawkinson y otros impulsores de estos sistemas y dispositivos “inteligentes”, entre ellos el gigante tecnológico Apple Inc., es que ahora es fácil y relativamente asequible hacer que cualquier casa sea inteligente.
La pregunta más importante es: ¿por qué alguien querría tener una vivienda así? Hawkinson cree que la aplicación más importante de las tecnologías de casas inteligentes, al menos por ahora, es la seguridad.
Google aparentemente concuerda con Hawkinson, ya que su subsidiaria Nest, que empezó fabricando termostatos inteligentes, anunció recientemente la adquisición de Dropcam, una startup de cámaras de videos conectadas a Internet.
De todos modos, salvo las personas que tienen razones específicas para automatizar sus hogares, pocas optan por hacerlo, aunque los equipos son gratuitos. Como han indicado varias reseñas, incluso cuando la tecnología funciona de la forma publicitada, la complejidad que añade a la vida cotidiana supera cualquier conveniencia que pueda proporcionar.
¿Han llegado acaso las personas al punto de que les molesta apagar ellas mismas las luces o ajustar el termostato cuando se van a dormir o salen de casa?
Además, realizar cualquier acción con un sistema automatizado requiere que uno piense como un ingeniero. Si bien se puede hacer todo a través de una interfaz de teléfono inteligente, al igual que todos los paquetes de automatización de la casa, aún se siente como el Google Glass de los aparatos para el hogar: inmensamente atractivo para unos pocos fanáticos de la tecnología, pero un dolor de cabeza para todos los demás.
Eso no quiere decir que las casas inteligentes no tengan potencial. Se trata de una tecnología en ciernes.
¿Será que el problema de las viviendas inteligentes modernas y los aparatos conectados es que carecen de un factor verdaderamente impresionante? ¿Ese es el maravilloso futuro que prometieron?
Las funciones más emocionantes de la casa de Hawkinson son también las más novedosas: una luz en una biblioteca cambia de color para indicar que el cartero ha dejado correspondencia.
Por ahora, pareciera que a los fabricantes de tecnología para casas inteligentes les cuesta encontrar esa aplicación arrolladora que impulse una amplia adopción. Para algunas personas, podría ser la seguridad. Para otras podría ser la gestión de energía o la vigilancia de niños y mascotas. Pero sea lo que fuere, tendrá que lograr algo que las casas de hoy no pueden hacer.
Hawkinson cuenta que un desarrollador creó un sistema que lanza un dron que puede captar video de alguien que entra a una casa sin autorización.
Sí, suena a una antiutopía, pero muestra lo que muchos esperan que suceda con las casas inteligentes: que se conviertan en un centro de experimentación con elementos que transformen la forma de vivir, en lugar de sólo añadir complejidad donde menos se desea.
Así se siente despertarse en la casa más inteligente de Estados Unidos. Mejor dicho: así se siente Alex Hawkinson, presidente ejecutivo de SmartThings, que construye viviendas llenas de tecnología. En su inmueble en un suburbio de Maryland, todas las luces y tomacorrientes, además de una decena de aparatos, están conectados a Internet y son controlables desde allí.
Al despertar, Hawkinson se estira y el acelerómetro dentro de su pulsera UP, de Jawbone, registra el movimiento y de forma inalámbrica lo comunica a su iPhone, que envía la señal al software que controla la casa desde la nube. Las luces de la primera planta se encienden. La cafetera empieza a filtrar café. El termostato eleva la temperatura de ambiente del hogar y el sistema de seguridad se apaga.
Para cuando Hawkinson entra a la cocina, su café está listo. Cuando abre el gabinete donde guarda las tazas, un sensor enciende un parlante conectado a Internet al lado de la mesa del comedor. Una voz de mujer ligeramente robótica le informa sobre el estado del tiempo.
Los sistemas de automatización del hogar no son nuevos. Lo que es diferente en 2014, señalan Hawkinson y otros impulsores de estos sistemas y dispositivos “inteligentes”, entre ellos el gigante tecnológico Apple Inc., es que ahora es fácil y relativamente asequible hacer que cualquier casa sea inteligente.
La pregunta más importante es: ¿por qué alguien querría tener una vivienda así? Hawkinson cree que la aplicación más importante de las tecnologías de casas inteligentes, al menos por ahora, es la seguridad.
Google aparentemente concuerda con Hawkinson, ya que su subsidiaria Nest, que empezó fabricando termostatos inteligentes, anunció recientemente la adquisición de Dropcam, una startup de cámaras de videos conectadas a Internet.
De todos modos, salvo las personas que tienen razones específicas para automatizar sus hogares, pocas optan por hacerlo, aunque los equipos son gratuitos. Como han indicado varias reseñas, incluso cuando la tecnología funciona de la forma publicitada, la complejidad que añade a la vida cotidiana supera cualquier conveniencia que pueda proporcionar.
¿Han llegado acaso las personas al punto de que les molesta apagar ellas mismas las luces o ajustar el termostato cuando se van a dormir o salen de casa?
Además, realizar cualquier acción con un sistema automatizado requiere que uno piense como un ingeniero. Si bien se puede hacer todo a través de una interfaz de teléfono inteligente, al igual que todos los paquetes de automatización de la casa, aún se siente como el Google Glass de los aparatos para el hogar: inmensamente atractivo para unos pocos fanáticos de la tecnología, pero un dolor de cabeza para todos los demás.
Eso no quiere decir que las casas inteligentes no tengan potencial. Se trata de una tecnología en ciernes.
¿Será que el problema de las viviendas inteligentes modernas y los aparatos conectados es que carecen de un factor verdaderamente impresionante? ¿Ese es el maravilloso futuro que prometieron?
Las funciones más emocionantes de la casa de Hawkinson son también las más novedosas: una luz en una biblioteca cambia de color para indicar que el cartero ha dejado correspondencia.
Por ahora, pareciera que a los fabricantes de tecnología para casas inteligentes les cuesta encontrar esa aplicación arrolladora que impulse una amplia adopción. Para algunas personas, podría ser la seguridad. Para otras podría ser la gestión de energía o la vigilancia de niños y mascotas. Pero sea lo que fuere, tendrá que lograr algo que las casas de hoy no pueden hacer.
Hawkinson cuenta que un desarrollador creó un sistema que lanza un dron que puede captar video de alguien que entra a una casa sin autorización.
Sí, suena a una antiutopía, pero muestra lo que muchos esperan que suceda con las casas inteligentes: que se conviertan en un centro de experimentación con elementos que transformen la forma de vivir, en lugar de sólo añadir complejidad donde menos se desea.