La familia de Andrés Felipe Salazar siempre lo impulsó a practicar algún deporte, su abuelo desde pequeño le decía que era buen portero, pero nunca le creyó, dijo el jugador del Honduras Progreso. A los cinco años empezó a jugar fútbol, aunque también jugaba baloncesto.
Ambos deportes le gustaban a Salazar; sin embargo, cuando creció debía tomar una dura decisión, si seguir con sus estudios o dedicarse al fútbol, ya que el baloncesto le daba para una beca en la universidad en Colombia.
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El ahora guardameta del club progreseño no se arrepiente por dedicarse a jugar fútbol y en una plática con GOLAZO cuenta parte de su vida y se refirió a su buen momento con el club ribereño.

“Yo inicié a jugar desde los cinco años, pero simultáneamente con baloncesto, tuve la oportunidad de hacerlo a nivel local y nacional con el equipo de baloncesto, pero yo siempre quería dedicarme al deporte. El problema es que el basquetbol solo me ayudaba para la universidad y tener una beca y pues fue cuando mejor decidí por el fútbol. Siempre fui portero, a veces me gustaba ser delantero, pero no era bueno”, contó.
El número 1 de los arroceros pasa siempre en comunicación con su familia, que considera que son su gran apoyo. “Ellos siempre miran los partidos cada semana, hablo seguido con ellos y me dan buenas vibras antes de cada partido nos mandamos mensajes y eso es muy valioso para mi”, dijo.

Salazar (de 28 años ), contó cómo surgió la posibilidad de venir a Honduras. “A mí me llamó el presidente Elías Nazar y me habló de la posibilidad de venir al Honduras Progreso, de los retos que tenía el club. La noticia la tomé con mucha alegría, ya que iba a crecer en lo profesional y gracias a Dios busco dar lo mejor de mí, me ha tratado de lo mejor en estos meses que llevo en el país”, reveló.
El nacido en Popayán, al suroeste de Bogotá, expresó cómo ha sido adaptarse a la cultura de nuestro país. “En la adaptación muy bien, en cuanto a la comida, pues ahí vamos, aquí se come mucho frijol, en Colombia no mucho, también lo picante, pero no es malo. Las personas me han hecho sentir como en casa y no me puedo quejar la verdad”, comentó entre risas.
El guardameta tiene una motivación extra en cada partido, su esposa Katherine Gonzales, quien vive con él aquí en Honduras. “Mi esposa está aquí conmigo, es un gran apoyo para mí, juntos tomamos la decisión que nos viniéramos al país, claro que hay diferencias en cuanto a la estructura, pero nos hemos adaptado a todas las circunstancias”.

El espigado jugador cafetero se mostró contento por el buen momento que atraviesa con el equipo que busca salvar categoría.
“Bastante contento por los resultados que hemos obtenido últimamente, el trabajo planificado en la semana ha tenido frutos y pues gracias a Dios vamos por el camino de la salvación”.
El arquero desea quedarse por mucho tiempo en el país y al término de este torneo se sentará para hablar sobre su renovación o escuchar ofertas. Ha sido clave en los puntos que han obtenido.
