“Amigo en la adversidad, amigo de verdad”, este es un refrán que describe la hermandad entre el terno presidente del Marathón, Orinson Amaya, y el técnico Manuel Gregorio Keosseián, uno de los entrenadores más exitoso en la historia de la institución sampedrana.
Una llamada desde Honduras llegó hasta Montevideo, Uruguay, contestó el teléfono el gran ‘Manolo’, quien estaba jugando con sus amados nietos Bianquita y Bautista, pero su mente deambulaba con los recuerdos y todas las vivencias junto a su “compinche verdolaga”, como él determinó.
“No recuerdo tener un sentimiento con un amigo como ha sido con Orinson. Para mí se fue un hermano. El saber que no lo voy a poder ver otra vez, que voy a llegar al aeropuerto de San Pedro Sula y no me va a estar esperando, va ser muy difícil”, expresó Keosseián a Diario LA PRENSA y con la tristeza de no poder dar el último adiós al ejemplar dirigente de 52 por problemas con su documentación.
El ganador de tres de los nueve títulos ligueros con el cuadro esmeralda relató la charla que tuvo con Orinson Amaya un día antes de su lamentable fallecimiento. En medio de la charla soltó en llanto al pensar en las anécdotas que compartieron juntos, además le encomendó a los futbolistas y a la afición esmeralda un favor bastante propio.
LA ENTREVISTA CON MANUEL KEOSSEIÁN
¿Qué representa para usted profe el triste fallecimiento de su gran amigo Orinson Amaya?
Esas cosas son muy difíciles entender, que solamente uno puede pensar por qué pasan las cosas. A veces son golpes muy duros que no tienen mucha explicación. Creo que lo que pasó con Orinson fue algo muy difícil de digerir para todos. Para todos los que lo conocieron y los que lo quieren. Cuando me llamó ‘Tuky’, el Dr. Bendaña, y me dijo: “Manolo, hace un ratito falleció Orinson”, fue como que se me vino el mundo abajo, porque yo no te voy a decir lo que pienso de Orinson, porque se lo dije a él. Se lo dije a él permanentemente, todos los días que lo veía, todos los días que hablábamos, que era muy seguido.
El sentimiento mío hacia Orinson y de Orinson hacia mí es algo muy difícil de explicar. Había una unión emocional entre los dos, que para mí... Tengo muy poca gente, no de amistades, sino de mil historias. No recuerdo tener un sentimiento con un amigo como ha sido Orinson. Todo lo que te pueda decir yo es poco. He escuchado y he visto todo lo que ha dicho la mayoría de la gente que lo conoce. Y bueno, que descanse en paz, mi querido hermano.
Profe, hay un tema: cuando muere alguien, a veces siempre uno dice “era buena persona”, aunque muchas veces no lo era. Pero con Orinson la situación era diferente, era un ser humano tan despojado para el prójimo.
Correcto. La muerte le da cierto privilegio a la gente, de que todo el mundo dice que era muy bueno, que lo querían. Es un hecho normal. Con Orinson es algo muy especial. Orinson fue una luz que, por lo menos te digo, se presentó en mi camino, como sé que para muchísima gente también. Pero yo te hablo en lo personal. Fue una luz que me iluminó durante muchos años y creo que me va a seguir iluminando donde esté, porque para mí, Orinson va a vivir siempre. Siempre van a vivir sus ideas, su cariño, su amistad, sus consejos, su escucharme, su escucharlo. Es muy difícil. Solamente uno que tiene mucha fe puede aceptar esta situación, porque si no, es muy difícil esto.
Pero bueno, yo me quedo con su humildad, me quedo con sus valores, su amistad, su cariño. O sea, me quedo con lo mejor de él. Se fue de este mundo, pero va a seguir brillando, sin ninguna duda.
Profe, con lo que le escucho, se siente que lo golpeó muy fuerte la noticia, ¿no?
Totalmente. Y te digo más, mi intención era poder ir a despedirlo, pero por distintos problemas de documentación no me daba para ir a despedirme de él, de su familia, de sus amigos, en este momento. Orinson fue algo increíble para nuestro Marathón. Mira que hubo gente que le hizo mucho bien al club, y se ocuparon y se preocuparon. No te los voy a nombrar, pero hay muchos, hay muchos.
Pero Orinson era increíble porque vivía para Marathón las 24 horas del día. Y vivía para su familia, vivía para sus amigos, vivía para su trabajo, pero a Marathón igual le dedicaba las 24 horas del día. Era un caso increíble.
Profe se escucha claramente su llanto por lo sucedido
Es que, ¿sabés qué pasa? Por momentos tengo el recuerdo y la felicidad de Orinson, de todo lo que transmitía él. Pero el saber que no lo voy a poder ver otra vez, que voy a llegar al aeropuerto de San Pedro Sula y no me va a estar esperando, que no me va a llevar hasta el aeropuerto cuando me regrese, que no nos vamos a sentar a tomar un café todos los días, que no nos vamos a ir a comer todos los días... Va a ser muy difícil. Porque mi vida en San Pedro Sula era verme todos los días con Orinson. Nosotros hablábamos no hablábamos de fútbol, hablábamos de la vida y de la familia.
Ahora yo estoy con mi nietita, con Bianquita, y con mi nieto Bautista. Y él los conocía. A Bianca la conocía porque tiene cuatro años. El chiquito Bautista no, pero él cada vez que hablábamos me preguntaba: “¿Y cómo está Bianquita? ¿Cómo está Bautista?” O sea, me van a faltar muchas cosas. Me va a ser difícil llegar a San Pedro Sula y saber que Orinson no está.
Profe, recuerdo su último episodio como entrenador de Marathón. De repente a muchos no les agradó la idea y él cargó con todas las críticas, dijo “Manolo viene al equipo porque viene y lo respaldo, y vamos con todo por ese torneo”. Esa evidencia también que él siempre estuvo confiado en usted, que la amistad prevaleció de gran manera.
Sinceramente, lo que menos me interesa es eso. Me interesa lo que yo viví con Orinson. No tiene sentido. Es muy difícil vivirlo con dos personas que por momentos estábamos juntos y por momentos estábamos a la distancia, pero sonaba el teléfono dos veces por semana. Hasta el domingo, el día de las elecciones, el sábado antes de estas elecciones, estábamos vacilados.
Para mí se fue un hermano. Eso es lo único que te puedo decir. Lo otro, lo que él hizo con Marathón, todo lo que está haciendo, ya lo ven ustedes. Lo que yo hice ya está también, ya lo hice, ya está. Le guste o no le guste, eso no tiene nada que ver. Pero esto va más allá de una relación laboral.
Profe, ¿y cuáles fueron esas últimas palabras que se dieron con Orinson el sábado, a horas de su fallecimiento?
Yo lo vacilaba, por decirte algo, lo vacilaba con Papi a la Orden, con Salvador, con Roberto Contreras, o sea, cosas que quedan entre nosotros. Pero bueno, ya lo habíamos hablado allá. Yo escuché ahora, estaba viendo las palabras de Roberto Contreras, del alcalde de San Pedro Sula. Lo escuché ayer. Era una secuencia donde fue al sepelio y lo que dijo de Orinson en forma sentida. Yo lo conocí al alcalde cuando hizo el homenaje a Marathón. Ahí lo conocí, ahí estuvimos conversando los tres: Orinson, el alcalde y yo. Y bueno, inclusive tenía ideas para un futuro. Una persona que estaba permanentemente pensando en lo que podía hacer, en lo que él podía hacer siempre, en varias facetas y Marathón era una de ellas.
Pero lo último que pasó cuando me vine, hace una semana más o menos de Honduras, es que me llegó al aeropuerto. Me subí a la escalera y me esperaron ahí para que yo lo saludara. Le dije: “Bueno, mira que de mí no te librás. Hace poco tiempo estoy acá, sí, profe, te esperamos”. Me lo dijo él. O sea, te estoy hablando de hace una semana.
Cada evento que tenía Marathón no dudaba en llamar a Manuel Keosseián. ¿cómo lo tomaba?
Pero eso es de una generosidad y de un cariño que nos teníamos. Me decía vamos a New Orleans, vení que vamos aquí. Vente, profe que tengo unos partidos. Bueno, por los 100 años ni qué hablar que fuera que me tenía un hotel para mí, muy atento. Recorría con Orinson sus restaurantes. Inclusive cuando estaba dirigiendo. Me pasaba a buscar, íbamos a hacer los mandados, iba al mercado, iba aquí, iba allá. Yo le decía a Orinson: “Si yo viviese en San Pedro Sula sería estar todo el día con vos”. Porque él era un emprendedor empedernido. Era un emprendedor de esos tipos que hacían y hacían. Todos los días tenía nuevas cosas. Todos los días se inventaba cosas para hacer. Era una mente activa, totalmente. No se quedaba quieto. Se levantaba a las seis de la mañana y se acostaba a las doce de la noche, pero sin parar. Una locura. Era un elaborador de cosas. Hacía, arreglaba, arreglaba. Estaba pendiente de los negocios, iba a la cancha, al estadio de Marathón decía hace falta plantas, hay que poner esto, hay que cortar el pasto, hay que hacer el camerino Orinson era una locura. Y el amor que le tenía a Marathón, y el cariño que le tenía a los amigos, era increíble. Orinson era un ser que te daba energías positivas y nosotros siempre decíamos: “Bueno, al Presi le digo, hoy si estás caído yo te levanto, yo te doy ánimo” Y si yo me caía y él me daba ánimo. Éramos compinches, éramos cómplices. Se me fue un hermano. Y se me fue una persona a la cual yo quiero mucho, muchísimo.
Profe, ¿cuál es esa anécdota que usted no olvida de Orinson Amaya?
Es que hemos vivido tantas cosas. Él en lo que es gastronomía era el número uno. Entonces me dice: “Profe, vamos a este espacio a comer. Hoy vamos a comer comida coreana. Hoy vamos a comer comida italiana. Hoy vamos a comer comida hondureña. Hoy vamos a comer...” Y yo le decía que sí a todo. Entonces me dice: “Profe, vos nunca decís que no. A vos te gusta todo”. Le digo: “Al lado tuyo, yo comía lo que fuera”. Y él elegía el menú: “Bueno, ¿qué comemos? Elegí vos”, le digo, y comemos la mitad cada uno. Íbamos a los lugares más insólitos, a los que yo nunca iba, y comíamos lo que venía. La sopa... vamos a comer sopa aquí. Son esas cosas que voy a tener para toda la vida.
Por el momento estoy bastante triste, pero después me pongo a pensar: yo lo disfruté a él. Él me disfrutó a mí. Viví momentos inolvidables con él. Todo lo que te puedo decir de él es poco en relación a la alegría que pasamos juntos, más allá de lo que sufrimos con Marathón, esto o aquello. Él me decía: “Profe... no te despidas más, porque vos te despedís y venís otra vez. Me van a matar, jajaja”. Y te digo la verdad, este campeonato está muy bien. Él en algún lado lo va a mirar y lo va a disfrutar también.
Pero no solo el pueblo verdolaga está dolido, mucha gente de fútbol de los diferentes equipos, ¿eso es un premio al buen actuar en vida?
Orinson no hablaba, actuaba. Hablaba poco, pero actuaba. Era un cumplidor de cosas, un tipo que la mayoría de la gente lo está descubriendo ahora, pero yo lo descubrí desde el primer día. Este hombre trabaja, se preocupa, planifica dije yo hace mucho. Estaba pensando en lo próximo para Marathón, como poner la luz en el estadio. Era permanentemente activo, siempre haciendo cosas y pensando cosas para el club. Una persona de lucha, ejemplo de trabajo, dedicación, optimismo, sabio, nunca daba el brazo a torcer y siempre positivo.
¿Orinson Amaya ahora tendrá el título de eterno presidente?
Ya no tiene vuelta. Orinson va a ser el eterno presidente, como yo le digo a Mario Berrios el eterno capitán. Orinson va a ser el eterno presidente, sin duda.
¿Qué mensaje le quiere dejar Manuel Keosseián a todas estas personas cercanas a don Orinson Amaya?
Quiero decirles a todos, primero la familia: la esposa, las hijas, los hijos, la mamá, una mujer adorable que conocí. Decirle a todos los marathones que tuvieron al frente una persona de calidez humana, de esfuerzo, un hombre que vino desde abajo, que luchó y que en los momentos difíciles que todos podemos pasar —amigos, familia, equipo— pensemos en Orinson. Él pasó muchos momentos difíciles y siempre tuvo la capacidad de recuperarse y redoblar los esfuerzos. Sigamos el camino que marcó Orinson Amaya.
A todos los marathones y a mí, me marcó un camino en la vida, y voy a honrar lo que Orinson me enseñó, en homenaje a él, en agradecimiento por todo lo que hizo por mí, por Marathón, por sus amigos y por su familia. Agradecerle eternamente. Soy un bendecido de haber podido disfrutarlo todo el tiempo que lo disfruté.