Doña Queta entró a la sede de su equipo Marathón regalando naranjas peladas, abrazos y besos a los jugadores que se estaban preparando para el encuentro de la gran final de este sábado contra el Matagua en el estadio Yankel Rosenthal.
Ha pasado muchas angustias en torneos anteriores, pero Enriqueta Sagastume se muestra feliz y segura que el equipo verdolaga será campeón. Es seguidora de los esmeraldas desde hace cincuenta años, cuando el estadio Morazán era de madera. Entonces venía de jalón en los camiones cementeros desde Bijao solo para ver jugar a sus muchachos.
“Hija, y de dónde te ha nacido eso”, le preguntaba su madre al verla entusiasmada con un equipo de fútbol cuando las muchachas de ese tiempo disfrutaban más de los bailes con marimba que se celebraban en la vecina comunidad de Blanquito.
Doña Queta llegó al estadio Yankel Rosenthal con dos nietos en un taxi. Foto Amílcar Izaguirre
|
Cierta vez, el propio bus que ella había contratado la dejó botada en Tegucigalpa porque el chofer creyó que se había venido en otro carro. Tuvo que venirse de jalón en un camión ferretero.
La mayor aficionada verdolaga vaticina un 2-1 a favor del Marathón.
|
Aunque a sus 80 años a veces no recuerda los nombres de todos los jugadores de su equipo, se siente saludable porque todavía puede subir las gradas del estadio sin cansarse gracias a que se baña con agua calentada por los rayos del sol, según dijo.
Los jugadores son como sus hijos y siempre les lleva naranjas del mercado, por eso ellos la llaman madre. “Lloro cuando los expulsan o los golpean”.
Si el árbitro no saca tarjeta a los que cometen esas faltas, ella grita desde las gradas: “Sacale aunque sea la lengua”.