06/12/2025
02:16 PM

Saíd Martínez, el matemático que quiso ser médico, pero lo sedujo más el arbitraje

A los 13 años fue segundo lugar en las olimpiadas nacionales de matemáticas y decidió trasladarse a Tegucigalpa.

San Pedro Sula, Honduras.

El 7 de agosto de 1991 en la tierra del maíz, de los montes altos y verdes, el prodigio del arbitraje nacional vio la luz del mundo. Hoy, Saíd Martínez vive un momento glorioso.

Este primero de agosto se convirtió en el primer árbitro hondureño de la historia en pitar la gran final de la Copa Oro, el máximo torneo de selecciones de la Concacaf. En dicho encuentro, Estados Unidos se coronó campeón al vencer a México por 1-0.

“Una noche así puede hundirte o catapultarte. Estoy claro, sé donde tengo mis pies y no he logrado absolutamente nada. Di un paso importante, sé adonde quiero ir y de donde vengo”, expresó Saíd.

SUS INICIOS

Foto: La Prensa

Saíd Martínez en sus primeros años como árbitro en Tocoa. A los 11 años ya le pagaron por dirigir un partido.
En el bario El Tamarindo, Tocoa, Colón, su padre, don Antonio, era árbitro y dirigió en la Liga de Ascenso. Saíd creció con la pasión del fútbol. La hizo de delantero. “Por eso salen muy buenos jugadores del Valle del Aguán, con ocho años juegan con cipotes de 15 años”.

Sin embargo, para tratar de ser alguien en la vida se le cruzó por la mente ser doctor, con el visto bueno de la familia numerosa. “Iba a estudiar Medicina porque una vez le escuché a mi papá decir que le gustaría que yo fuera doctor para curarle el dolor que padecía en el estómago”.

Pero le ganó más la pasión de impartir justicia en una cancha y decidió seguir los pasos de su progenitor. Con 10 años tenía en mente que sería árbitro de la primera división. “Yo le dije a mi papá: quiero ser árbitro y mi mamá no quiso. Me pedía primero que me portara bien en la casa. Lo mal portado era que me quedaba jugando pelota descalzo al momento de hacer los mandados”.

Foto: La Prensa

Saíd llegó con 16 años a la filial de árbitros de Tegucigalpa y dos años después dirigió su primer partido en Primera División.
“Me decidí a ser árbitro porque miraba que mi papá iba a dirigir a varios lugares y no gastaba el dinero. Pero todo dio un giro cuando se fue a estudiar a la Normal Mixta de Trujillo. Antes en ciclo común sobresalió en las clases de matemáticas. Participó en un concurso colegial, luego departamental en Colón y estuvo entre los primeros lugares”.

Con apenas 13 años llegó a Tegucigalpa para competir en las olimpiadas de matemáticas a nivel nacional y obtuvo el segundo lugar. “Fue un momento clave. Por primera vez salí lejos y me gustó”.

Seguido tomó la decisión de su vida, con 16 años se trasladó a vivir a la capital para seguir su anhelo de tocapitos. “Viví muchas injusticias en Tocoa, ya era árbitro y hacía pruebas físicas, pero nunca me tomaron en cuenta y decidí retirarme con apenas 16 años. Yo con lágrimas, y me dijo don Mario Pavón que yo iba a tener una oportunidad, búsquela y esté preparado. óscar Rodríguez me aconsejó trasladarme a Tegucigalpa para primero culminar mis estudios y seguir en el arbitraje”.

Foto: La Prensa

Fue profesor de matemáticas en diferentes institutos de la capital. Hoy está alejado de las aulas.
Al inicio su papá quedó sorprendido y terminó apoyando a su hijo. “Se hizo malabares para realizar el viaje, yo iba llorando en el bus y con apenas dos maletas, sin conocer a nadie en Tegucigalpa, tampoco a las personas con las que iba a vivir”.

En la capital combinó sus estudios con el arbitraje, se graduó como licenciado en Matemáticas en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán en 2011. “La matemática es una ciencia exacta, pero en el arbitraje no sabemos cómo estará el clima, a veces hay sol, a veces está nublado. En las matemáticas todo está estipulado, son leyes o teoremas demostrados; pero en el arbitraje no sabemos qué es lo que va a pasar”.

Foto: La Prensa

Junto a su padre y sus hermanos, tiene una familia numerosa.
Ha sido docente, al instituto Central Vicente Cáceres lo considera su segundo hogar porque dio clases por cinco años. Y en ese mismo año, Saíd Martínez debutó en primera división dirigiendo a los 18 años un 17 de septiembre en un Real España contra Deportes Savio.

El destino lo llevó a ser considerado el mejor árbitro a nivel nacional, y desde 2017 es árbitro internacional Fifa, por lo que ha impartido justicia en amistosos de selecciones, Liga de Campeones, Liga Concacaf, Mundiales Sub-17 y Sub-20, Preolímpico Sub-23, Copa Oro, y es uno de los ocho árbitros seleccionados por Concacaf que aspiran a dirigir en el Mundial de Catar 2022.

Foto: La Prensa

Está casado con Joselyn Reyes y tienen una hija llamada Valeria, a quien le encanta ver a su padre en la televisión.

ADIÓS AULAS

Saíd Martínez se considera un hombre de decisiones, luego de formar su hogar planeó su futuro pensando en lo mejor para su pequeña hija Valeria.

Tomó la decisión de dejar de dar las clases de matemáticas para estar de lleno en el arbitraje. “La Copa Oro fue la graduación, lloré en el vuelo de Las Vegas a casa, recordé todo lo que tuve que atravesar. Saíd es un hombre humilde, sabe de sus orígenes, ayer almorcé en uno de los hoteles más lujosos del mundo y hoy puedo estar en casa, cerca del fogón comiendo o con un par de baleadas en el Parque Central”.

Foto: La Prensa

Su momento cumbre ha sido dirigir la final de la Copa Oro entre Estados Unidos y México en Las Vegas, Estados Unidos.
Saíd llega con mucha satisfacción a su hogar, el cual formó hace tres años. “Cuando no hay noches buenas me quito el uniforme sudado, con lágrimas y escupitajos de la gente, lo coloco afuera y le doy una sonrisa a mi familia. Que no te vean quitarte el coraje. No puedes cargar con eso a tu casa. Somos seres humanos, sentimos lo que dice la gente”.

El momento que no se le olvida a Saíd, o podría decirse la noche gris como árbitro, ha sido la final entre Motagua y Real España. “Siento que el campeón fue muy justo, pero no entregué una final limpia. Me dolió ese partido, no creo volver a ver las imágenes de ese juego por decisiones donde estaba distante y el ángulo de vista no me permitió ver. Querés que el fútbol celebre lo justo y hay que tener la suficiente hombría para aceptar que me equivoqué”.

Foto: La Prensa

La foto que nunca sale, junto a Amado Guevara, en un partido entre Motagua y Vida en La Ceiba en 2012.
Dentro de las canchas hay muchas situaciones que Saíd percibe, él busca la justicia, hacer un buen trabajo, y considera que los jugadores cuidan sus intereses. “Ellos buscan coaccionarlo, intimidarlo y engañarlo para sus propios intereses. Tengo mis tarjetas en la mano como armas, pero como árbitro puedes hablar. Hay que hacerle sentir al jugador que ese comportamiento no se quiere en la cancha”.

“¿Insultos de árbitros? eso era del arbitraje de antes, hoy no se da para insultos, todo se escucha”, cerró el Matemático.

Foto: La Prensa

Saíd Martínez cuando consiguió el gafete de árbitro internacional de la FIFA.

Foto: La Prensa

El árbitro hondureño junto a sus alumnos en la clase de matemáticas.
Su primer sueldo fue de 116 lempiras y tenía 11 años, dirigió un partido colegial y le dieron solo billetes de un lempira.

Saíd se considera un hombre romántico y detallista, su película favorita es Casino Royale.

Saíd iba a dirigir la final del Preolímpico Sub-23 en Guadalajara en marzo, pero salió de la lista porque la Bicolor avanzó a dicha instancia.

10 años tenía Saíd cuando pitó su primer partido, fue un encuentro de un torneo de veteranos en Tocoa.