Compruébelo por usted mismo: traiga a su mente un episodio del pasado en el que siente que fue lastimado.¿Qué experimenta en su cuerpo cada que recuerda la situación o a esa persona que considera que le dañó?
Aquí viene la realidad. Mediadoras y facilitadoras del perdón lo explican: si usted no ha perdonado, lo va a sentir en su cuerpo.Al recordarlo de inmediato siente malestar, se puede reflejar con enojo, rabia, ansiedad, se acelera su pulso, le sudan las manos, viene ese nudo en la garganta.
Pasa esto porque sigue en un círculo en donde se vuelve a llenar de un resentimiento que se manifiesta con diversos síntomas y comportamientos en todos los aspectos de su vida.
Pueden ser heridas que carga de su infancia en el entorno familiar, escolar, cuestiones laborales, infidelidades, traiciones, hasta situaciones tan fuertes como un abuso sexual, pero, de acuerdo con las expertas, todas las personas tienen heridas que sanar y, por lo tanto, que perdonar.
Ana Patricia González, facilitadora desde hace 13 años en las Escuelas del Perdón y Reconciliación de la Fundación para la Reconciliación México, así lo define: “Perdonar es volver al pasado y regresar intacto, sin dolor”.
“La cicatriz va a quedarse para siempre. El perdón no borra el pasado. Lo que pasó sí pasó; sí me engañaron, sí sufrí muchísimo, pero hoy veo la cicatriz y ya no duele”.
Quizá se pregunte: ¿qué gano al perdonar? En más de 50 talleres impartidos, Ana Patricia ha sido testigo de casos de adultos que llevan décadas cargando odio y rencor por situaciones que vivieron en su infancia, algo que ha deteriorado no solo sus relaciones, sino su salud física y mental.
“Perdonar es liberarme de ese dolor, de esa herida”, recalca.Por lo tanto, no se trata de justificar lo que le hicieron, sino de soltar el rencor con el que vive, por eso las especialistas profundizan sobre la importancia de perdonar.
El perdón es con uno mismo. María Eugenia Vallín, directora de la Fundación para la Reconciliación México, señala que el perdón no tiene nada que ver con la persona ofensora, no se trata de “otorgarle tu perdón al otro”.
Perdonar es un proceso personal que harás únicamente por usted, para su beneficio, para liberarse de esa carga. Y este es el primer paso que debe comprender, porque existe la creencia errónea de que el perdón es para liberar de culpa a la persona agresora.
“La persona que no suelta o que no sana es doblemente víctima, por el hecho de que le sucedió y por el hecho de no perdonar, ya que entonces sigo amarrada a ese hecho y no me permite vivir el presente”, indica María Eugenia.
“Por eso es la urgencia del perdón”. Entonces, ¿qué pasa cuando no perdonas? Al mantener por tanto tiempo sentimientos como el odio y resentimiento, aumenta en su cuerpo el cortisol, hormona relacionada a la depresión, ansiedad, problemas digestivos, dolores de cabeza, tensión muscular, aumento de peso, entre otros efectos.Esto hace un efecto dominó en su vida, ya que entonces ves la vida con enojo, rabia y, desde ahí, se relacione con los demás.
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De víctima a victimario.
Susana Cabrera es mediadora de círculos restaurativos en el Cereso Femenil y comparte que, al no perdonar, te conviertes en un niño herido en cuerpo de adulto.En 10 años trabajando en penales ha sido testigo de cómo, al no sanar, esas heridas se transforman en agresión y en violencia.Y es que todo victimario, explica, fue víctima antes.
Por ejemplo, cuenta, la mayoría de las mujeres que están en el penal tienen heridas de abandono familiar, rechazo o traición.“Hablar del perdón es restaurarnos a nosotros”, dice Susana, “es tener compasión por nosotros mismos de no cargar con un enojo.
Es una decisión que tomas para poder ser libre, para ser feliz, para entender que el otro actuó desde sus recursos, desde sus herramientas”.
Cuando constantemente está enojada, es violenta, todo lo toma a mal, malinterpreta todo a manera de que sea algo que a usted le hiera. Esa es una persona que necesita trabajar con sus heridas. Por el contrario, cuando una persona tiene armonía y equilibrio, quiere decir que ya ha trabajado un proceso de sanación.
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Impedimento: ego.
Ana Patricia, de las Escuelas del Perdón y Reconciliación, comenta que el ego es uno de los principales impedimentos para perdonar.Cuando quiere que el otro pague o se arrepienta por lo que le hizo está hablando desde su ego. “ Muchas veces voy negando el dolor”, explica.
“Y cuando empieza su proceso de perdón le implica tocar la herida, reconocerse que duele, y entonces desde ese reconocimiento empieza con un ejercicio de humildad, y ahí es donde mucha gente se detiene”.
Otro obstáculo para perdonar es “el miedo a la nada”. Es decir, mientras no perdona sigue atada a esa persona y, al perdonarla, se liberaría de eso único que le queda de él.
Entonces, surge un miedo de perder eso último que le tiene atado a esa persona. María Eugenia aclara que el perdón no está peleado con poner una demanda, pedir una restitución o iniciar un proceso legal si se requiere.
Son cosas completamente distintas.Incluso al liberarse de ese odio adquiere más fuerza y claridad para emprender esa lucha.Perdonar tampoco es lo mismo que reconciliarse con la persona.
En este caso, las especialistas de la Fundación para la Reconciliación aclaran que perdonar le ayudará a poner límites porque le deja de afectar lo que la otra persona le hizo.
Y desde un sentimiento de paz puede tomar la mejor decisión respecto a esa persona. Finalmente, ¿qué se necesita para perdonar?Las especialistas coinciden: amor hacia su persona.
“Soy testigo de que es posible perdonar lo imperdonable, siempre y cuando usted se abra al perdón: esa es la única condición”, comparte María Eugenia. “No es fácil, por eso es para valientes también, pero yo merezco vivir una vida con mayor plenitud. Es algo que cambia vidas, definitivamente”.
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