Claves para que perros y gatos puedan convivir en paz

La integración de ambos requiere trabajo, paciencia y la comprensión de que “cada animal es un mundo distinto”.

  • 07 de octubre de 2025 a las 14:50 -
Claves para que perros y gatos puedan convivir en paz

Es muy normal que los perros y los gatos no se soporten, en casa se vive un caos cuando se acercan porque se quieren agredir y, por ende, eso nos preocupa y nos causa estrés.

Sin embargo, lograr una buena relación entre estas especies no es imposible, el éxito del vínculo depende tanto del perro y el gato como del hogar y los humanos responsables, quienes deben estar dispuestos a trabajar de forma activa en el proceso de integración.

Identificó un error frecuente: asumir que, por ser animales domésticos, gatos y perros tienen las mismas necesidades y formas de comunicación. “La gente cree que son lo mismo. Y no. Tienen lenguajes distintos, se manejan distinto, tienen distintas necesidades”, afirmó Nai Osepyan, especialista en canes y felinos.

Muchas personas piensan que integrar perros y gatos consiste simplemente en dejarlos juntos y esperar a que el tiempo resuelva las diferencias. Nai Osepyan negó esa idea: “Creer que porque los dos se consideran animales domésticos son lo mismo está muy lejos de la realidad”. Explicó que las diferencias de lenguaje y necesidades conducen a errores habituales, como dejar a los animales solos para que “se arreglen”.

Osepyan comparó la situación con las relaciones entre hermanos: si hay buena convivencia, suele ser porque los adultos intervinieron, no porque nacieron bajo el mismo techo. “Va a depender mucho de la personalidad del gato y del perro”, aseguró.

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Estrategias para una convivencia saludable

El proceso de integración requiere paciencia, observación y disposición para sacrificar ciertas comodidades humanas. Osepyan subrayó que lo primero es ofrecerle al gato un lugar seguro y respetar su espacio: “No educar al gato, sino darle su espacio”. Si necesita altura para sentirse seguro, hay que proporcionarla solo en lugares donde él se sienta cómodo.

El refuerzo positivo puede usarse, pero con cautela: “Funciona, pero el gato solo reacciona cuando tiene hambre. El perro siempre tiene hambre. Siempre recomendamos trabajar con el perro porque es más moldeable”. Destacó la importancia de no forzar el contacto: “Hay gente que dice ‘yo agarré el gato y se lo puse al perro’. No. Pobre gato”. En cambio, aconsejó la exposición progresiva y el uso de estímulos positivos breves y controlados.

Insistió en la necesidad de supervisar las primeras interacciones: “No dejen al perro y al gato solos. Un accidente puede ocurrir en segundos, sin intención de ninguno”.

La clave reside en el monitoreo constante y la interpretación adecuada de las señales de ambos animales: “La responsabilidad es estar presentes y mediar, entendiendo que se trata de dos especies que hablan distintos idiomas”.

Osepyan desestimó la creencia de que siempre uno de los dos “manda” en la casa. “Son especies distintas y naturalmente no vivirían juntas. En una casa, si me preguntás, subjetivamente: el que manda es el gato porque acomoda al perro”, bromeó. Para ella, el perro representa la fuerza y el gato la astucia, aunque aclaró que no corresponde hablar de jerarquía, sino de tolerancia y convivencia.

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