Cuestión de enfoques
Recorrer la Via Piccolomini en automóvil y mirar hacia atrás, debido a una ilusión óptica, la cúpula de San Pedro luce más grande cuanto más se aleja uno de ella. Esto, porque no hay edificios con los que pueda ser comparada.
Solo al entrar en el campo visual otros elementos, el cerebro transmite al ojo la medida real de San Pedro. Se recomienda hacer el recorrido de noche; el efecto es aún más sorprendente.
El bistro de la iglesia
En la iglesia de Santa María de la Paz, muy cerca de la Plaza Navona, se encuentra uno de los rincones menos frecuentado por los extranjeros, pero uno de los favoritos de los residentes: un bistro adaptado en el claustro, obra del célebre artista Donato Bramante.
En esta construcción, que data del siglo 12, los comensales hallan la paz necesaria para tomar un café o degustar un menú del día.
Capuchinos con carácter
En 1912, Luca Giuliani regentaba una lechería y expendio de huevos en este edificio situado cerca de El Vaticano.
Ahora, convertido en la Lattería Giulani, ofrece cientos de capuchinos adornados con filigranas de chocolate realizadas al instante. Son la especialidad de la casa. Alessandro --nieto de Luca-- atiende este lugar, el cual es un pedazo de la Roma de antaño que vale la pena conservar.
Sin presunciones
Pese a estar a menos de 15 metros del bullicioso Jardín de las Naranjas, la Basílica de Santa Sabina es pura tranquilidad. Es de estilo sobrio y destaca por la elegancia de sus proporciones y la majestuosidad de sus columnas de mármol.
Su construcción comenzó en el siglo 5, justo por donde pasaba el primer camino empedrado de Roma. Desde entonces ha sufrido numerosas intervenciones, como la inclusión de un campanario. La última modificación, en el siglo 20, le devolvió su carácter paleocristiano.