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Para andar de ronda por Quito, Ecuador

  • 08 junio 2015 /

Historias quiteñas y bohemia nocturna al recorrer la calle del céntrico barrio La Ronda.

Quito, Ecuador.

Es un sábado como cualquier otro, pasadas las siete de la noche. Se ha disipado el olor dulzón que emanaba de los puestos
de cacahuates garapiñados; los comercios, que por la tarde bullían de compradores, ahora están cerrados.

Las calles del centro histórico de Quito, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1987, lucen semidesiertas. En las plazas, rodeadas de edificios coloniales, se respira calma. Eso, hasta llegar a La Ronda, una de las calles más antiguas de la capital ecuatoriana, cuya vida empieza al caer el sol.

La Ronda se consolidó como un atractivo turístico gracias al proyecto de restauración que la Alcaldía Metropolitana concluyó en 2005. En décadas pasadas, muchos propietarios vendieron sus casas y el barrio, conocido por sus artes y oficios, estuvo prácticamente abandonado, víctima de la delincuencia.

A partir de su remodelación, La Ronda mantiene vigentes tradiciones de la Escuela Quiteña, como la orfebrería, la forja, el tallado, la producción de juguetes de madera, el diseño de sombreros y la elaboración y venta de dulces clásicos, como los que solían comer los niños del siglo pasado.

La música en vivo siempre ha sonado. Durante el paseo es la constante, tanto al aire libre como al interior de los establecimientos. “Esta era una calle de bohemia donde para cortejar a la dama, le daban los serenos”, recuerda Adriana Pazmiño, vecina del barrio, “la música de Julio Jaramillo es la que tocaban los guitarristas que se ponían en las ventanas”.

En otros lugares hay más fiesta, suenan salsa, merengue y cumbia. También se pueden probar otras ricuras de la cocina ecuatoriana típica, como el locro de cuero (una sopa con papa, aguacate y chicharrón) o tortillas con caucara (elaboradas con papa y carne).

La Ronda es el lugar perfecto para cerrar un viaje por Quito, cenar en un ambiente auténtico, caminar (bajo el cuidado de la policía turística) y hacer las últimas compras de recuerditos, pues aún a las nueve de la noche, en viernes y sábado, hay tiendas abiertas en cuyas vitrinas se exhiben coqueterías ecuatorianas: aretitos tejidos con paja toquilla, libretas empastadas con textiles artesanales o muñequitos con forma de piqueros de patas azules.