Su ambiente multicultural puede palparse a cada paso. Y si bien sus inviernos se cuentan entre los más crudos, durante el verano tanto lugareños como visitantes se vuelcan a las calles y los parques. Es la mejor época para visitar la Ciudad de los Vientos.
Por sus envidiables vistas. Resulta súper tentador tener a Chicago, literalmente, a los pies. Al pararse sobre el piso transparente de una de las cajas de cristal reforzado de The Ledge se observa al vacío a 412 metros de altura. Este mirador, conocido como Skydeck, está en el piso 103 de la Torre Willis (antes Torre Sears) y es una de las atracciones turísticas más visitadas de la ciudad.
Sin embargo, los expertos señalan que –por su céntrica ubicación– se obtiene una vista más completa de Chicago –360 grados– y del lago Michigan desde el John Hancock Observatory a 304 metros de altura.
Por su legado arquitectónico
Ya sea a pie, en bicicleta, segway o a bordo de algún barco –como los de la compañía Wendella Boats– que navegue por el Río Chicago es imprescindible tomar un tour arquitectónico. Destacan los recorridos de la Chicago Architecture Foundation (CAF), guiados por voluntarios certificados, para comprender el legado de grandes exponentes como Ludwig Mies van der Rohe o Frank Lloyd Wright, entre otros.
Por su Millennium Park
Todo un imán turístico resulta este espacio al aire libre en el que es posible observar el Jay Pritzker Pavillion, escenario creado por Frank Gehry o la Crown Fountain, una fuente diseñada por Jaume Plensa. Sin embargo, el visitante interactuará varios minutos con la escultura Cloud Gate, de Anish Kapoor. El famoso “frijol” refleja las nubes, los rascacielos y a los viajeros que compulsivamente se toman fotos.
Por su nutrida propuesta gastronómica
Edén para los sibaritas que desean probar desde la famosa Deep Dish Pizza (de corteza muy gruesa) hasta las adictivas Palomitas Garrett –que se elaboran desde 1949–. Chicago cuenta también con un mapa gourmet que presume entre sus filas al chef Grant Achatz, quien ha colocado a Alinea entre los 10 mejores restaurantes del mundo, o al chef mexicano Carlos Gaytán, cuyo restaurante Mexique tiene una estrella Michelin.
Por ser meca de melómanos
Posee varios sitios para escuchar blues y jazz. Nadie debe perderse un recorrido nocturno por lugares como el Green Mill Cocktail Lounge, un bar tradicional que data de la época de la Prohibición y al que solía asistir Al Capone. O el Kingston Mines: con sus dos salones y excelentes músicos que, por lo general, alternan hasta las cuatro de la madrugada.