“Es la voluntad de Dios y hay que aceptarla”, dijo el pastor Héctor Alejandro Flores, la mañana de ayer mientras esperaba que le entregaran el cadáver de su hijo Julio César Flores, de 15 años.
Su historia y su actitud son distintas a las de siempre. A las 8 de la mañana, el religioso estaba sentado en una de las bancas de cemento de la morgue, no lloraba y, en vez de tristeza, en su rostro se veía paz.
Recordó que el 8 de enero su hijo estaba en la clase de educación física en el colegio Gran Comisión, el maestro los puso a correr hacia atrás, se cayó y se dio un golpe en la cabeza. Falleció el domingo luego de varios días de estar interno en el Hospital Escuela.
“Era súper inteligente y estaba en primero de bachillerato, decía que sería misionero cuando estuviera grande”, evocó el padre.
Desde que tenía seis años acompañaba a su padre en labores de evangelización.
Flores es pastor de la iglesia Ministerio Internacional de Reconciliación, y tiene dos hijos más. Expresó que no puede ponerse triste ni renegar porque éste es un designio de Dios.
