Tegucigalpa, Honduras.
Dani Ernesto Hernández (23) se convirtió en el primer adulto quemado por pólvora de la temporada navideña en la capital.
Su deseo era regalarle a su pequeño hijo de cinco años un minuto de alegría en el día de su cumpleaños, por lo que compró un mortero con forma de triángulo que le costó 30 lempiras, pero al querer prenderle fuego, le explotó en la mano.
“Yo compré solo un mortero y me lo iba a llevar a tirárselo a mi hijo para que se sintiera alegre y pasó esto que no me lo esperaba, pero me queda de experiencia”, relató el joven mientras permanecía postrado en una camilla del centro hospitalario. Explicó que aunque conocía de la peligrosidad de estos artefactos explosivos, decidió tirarlo, según él, con mucho cuidado.
“Tenía la mecha larga y cuando lo iba a tirar me explotó en la mano. Solo le puse el fósforo y de un solo explotó el ‘cuete’.
Era de unos triángulos grandes”, comentó.
Por la explosión, a Hernández se le quebó el dedo índice derecho y recibió una herida profunda en medio de la mano.
Sin embargo, los médicos calificaron el resultado de la explosión como una fortuna, ya que el joven no perdió la mano y solo le colocarán una placa metálica para restaurarle el dedo.
Del lamentable hecho, el joven aprendió una lección que quiso compartir con todos los hondureños: “Que ya no compren pólvora porque uno a veces compra sin saber que puede hacer daño a los demás y a uno mismo”.
Dani Ernesto Hernández (23) se convirtió en el primer adulto quemado por pólvora de la temporada navideña en la capital.
Su deseo era regalarle a su pequeño hijo de cinco años un minuto de alegría en el día de su cumpleaños, por lo que compró un mortero con forma de triángulo que le costó 30 lempiras, pero al querer prenderle fuego, le explotó en la mano.
“Yo compré solo un mortero y me lo iba a llevar a tirárselo a mi hijo para que se sintiera alegre y pasó esto que no me lo esperaba, pero me queda de experiencia”, relató el joven mientras permanecía postrado en una camilla del centro hospitalario. Explicó que aunque conocía de la peligrosidad de estos artefactos explosivos, decidió tirarlo, según él, con mucho cuidado.
“Tenía la mecha larga y cuando lo iba a tirar me explotó en la mano. Solo le puse el fósforo y de un solo explotó el ‘cuete’.
Era de unos triángulos grandes”, comentó.
Por la explosión, a Hernández se le quebó el dedo índice derecho y recibió una herida profunda en medio de la mano.
Sin embargo, los médicos calificaron el resultado de la explosión como una fortuna, ya que el joven no perdió la mano y solo le colocarán una placa metálica para restaurarle el dedo.
Del lamentable hecho, el joven aprendió una lección que quiso compartir con todos los hondureños: “Que ya no compren pólvora porque uno a veces compra sin saber que puede hacer daño a los demás y a uno mismo”.