Tegucigalpa, Honduras.
Las escuchas telefónicas fueron la principal prueba del Ministerio Público para que el Tribunal de Sentencia condenara a un mexicano y tres hondureños que planificaban asesinar al presidente Juan Orlando Hernández.
Los culpables son Víctor Lorenzo Flores Pineda, alias Lencho; Héctor Antonio Vásquez Torres, Frontera, y José Javier Contreras Hernández, el Diablo. Se les dictó sentencia condenatoria por los delitos de asociación ilícita y conspiración.
Mientras que al mexicano Jesús Gumaro Jaime Estrada se le declaró culpable por el delito de conspiración y fue absuelto por los delitos de asociación ilícita y tenencia ilegal de armas de uso prohibido.
Durante el juicio fueron absueltos Karla Sinaí Ulloa Murillo, esposa de Víctor, y el mexicano Everardo Terrique Figueroa, ambos estaban acusados por asociación ilícita.
Pruebas
En una de las escuchas presentadas por la Fiscalía, Víctor Lorenzo le comenta a uno de los acusados que “los señores Valle me contrataron y me mandaron a tres mexicanos de Sinaloa para cumplir la misión de matar al señor Presidente”.
En la conversación, el enlace entre el cartel de Sinaloa y los Valle le cuenta a su cómplice que “ya todo está listo, solo estamos esperando las armas Barrett (fusil de francotirador) calibre 50, para largas distancias, valen 35,000 lempiras”. Los mexicanos a los que se refiere Lencho son Jesús Gumaro y Everardo Terrique, quienes ingresaron al país el 3 de septiembre de 2014 por un punto ciego entre la frontera entre Honduras y Guatemala para cometer el magnicidio.
Mientras que los hondureños ayudarían a conseguir la logística: armas y vehículos para movilizarse.
Como parte de la conspiración, los criminales tenían reuniones en la casa de Karla Ulloa en la colonia Vanessa, ubicada en La Entrada, Copán. Mientras se concretaban los planes, uno de los mexicanos, específicamente Jesús Gumaro, vivía en una casa propiedad de Lencho, donde fue capturado el 14 de septiembre de ese año.
En estas reuniones los conspiradores discutían sobre las armas que debían comprar, las cuales se cotizaban por medio de comunicaciones vía correo. Los hondureños debían adquirir todo el equipo para la planificación, camuflaje para el vehículo que utilizarían para cometer el crimen y las cotizaciones de las armas. La mención de los Valle es reiterada en varias de las comunicaciones intervenidas, en una de ellas se dice “de lo que te dijo el Colocho , la vez pasada”.
Infiltrado
Lo que desconocían los involucrados en el crimen de alto impacto, es que Lencho estaba colaborando con los agentes de la DEA. El trabajador de confianza del cartel de los Valle declaró a las autoridades que sabía que era buscado por el gobierno de Estados Unidos y por esa razón comenzó a informarles sobre los planes del cartel de la droga, incluyendo el complot para asesinar al Presidente.
Los agentes antinarcóticos alertaron a las autoridades hondureñas y el 14 de septiembre de 2014 Fusina logró capturar a los dos mexicanos y sus cómplices en diferentes lugares, quienes este fin de semana fueron condenados.
Las escuchas telefónicas fueron la principal prueba del Ministerio Público para que el Tribunal de Sentencia condenara a un mexicano y tres hondureños que planificaban asesinar al presidente Juan Orlando Hernández.
Los culpables son Víctor Lorenzo Flores Pineda, alias Lencho; Héctor Antonio Vásquez Torres, Frontera, y José Javier Contreras Hernández, el Diablo. Se les dictó sentencia condenatoria por los delitos de asociación ilícita y conspiración.
Mientras que al mexicano Jesús Gumaro Jaime Estrada se le declaró culpable por el delito de conspiración y fue absuelto por los delitos de asociación ilícita y tenencia ilegal de armas de uso prohibido.
Durante el juicio fueron absueltos Karla Sinaí Ulloa Murillo, esposa de Víctor, y el mexicano Everardo Terrique Figueroa, ambos estaban acusados por asociación ilícita.
Pruebas
En una de las escuchas presentadas por la Fiscalía, Víctor Lorenzo le comenta a uno de los acusados que “los señores Valle me contrataron y me mandaron a tres mexicanos de Sinaloa para cumplir la misión de matar al señor Presidente”.
En la conversación, el enlace entre el cartel de Sinaloa y los Valle le cuenta a su cómplice que “ya todo está listo, solo estamos esperando las armas Barrett (fusil de francotirador) calibre 50, para largas distancias, valen 35,000 lempiras”. Los mexicanos a los que se refiere Lencho son Jesús Gumaro y Everardo Terrique, quienes ingresaron al país el 3 de septiembre de 2014 por un punto ciego entre la frontera entre Honduras y Guatemala para cometer el magnicidio.
Mientras que los hondureños ayudarían a conseguir la logística: armas y vehículos para movilizarse.
Como parte de la conspiración, los criminales tenían reuniones en la casa de Karla Ulloa en la colonia Vanessa, ubicada en La Entrada, Copán. Mientras se concretaban los planes, uno de los mexicanos, específicamente Jesús Gumaro, vivía en una casa propiedad de Lencho, donde fue capturado el 14 de septiembre de ese año.
En estas reuniones los conspiradores discutían sobre las armas que debían comprar, las cuales se cotizaban por medio de comunicaciones vía correo. Los hondureños debían adquirir todo el equipo para la planificación, camuflaje para el vehículo que utilizarían para cometer el crimen y las cotizaciones de las armas. La mención de los Valle es reiterada en varias de las comunicaciones intervenidas, en una de ellas se dice “de lo que te dijo el Colocho , la vez pasada”.
Infiltrado
Lo que desconocían los involucrados en el crimen de alto impacto, es que Lencho estaba colaborando con los agentes de la DEA. El trabajador de confianza del cartel de los Valle declaró a las autoridades que sabía que era buscado por el gobierno de Estados Unidos y por esa razón comenzó a informarles sobre los planes del cartel de la droga, incluyendo el complot para asesinar al Presidente.
Los agentes antinarcóticos alertaron a las autoridades hondureñas y el 14 de septiembre de 2014 Fusina logró capturar a los dos mexicanos y sus cómplices en diferentes lugares, quienes este fin de semana fueron condenados.